Hay muchas razones para argumentar y defender la idea de "Estados Unidos primero, no Ucrania". Al hilo de la reciente masacre en Uvalde, Texas, a manos de un pirado mental, Trump ha vuelto a poner el foco donde realmente importa a los estadounidenses: "Si Estados Unidos tiene 40.000 millones de dólares para enviar a Ucrania, deberíamos poder hacer lo que sea necesario para mantener a nuestros hijos seguros en casa. Antes de que la nación construya el resto del mundo, deberíamos construir escuelas seguras para nuestros propios hijos".
Es una verdad tan grande y poderosa que deja en evidencia a la Administración Biden, a los medios de comunicación de izquierda y al establishment industrial que se frota las manos con avaricia ante el reparto de ese dineral, del que cogerán un buen pellizco. Ante todo, hagamos la pregunta esencial en este tema: ¿esa ayuda a Ucrania pone la seguridad nacional, al pueblo estadounidense y a sus intereses primero? La respuesta es que no, no lo hace en absoluto.
A la vista de los acontecimientos, con la estadística de masacres y crimen al alza sobre todo allí donde gobiernan los demócratas socialistas, cobra todo el sentido que Estados Unidos priorice la financiación de la seguridad escolar sobre la ayuda a Ucrania. Si ya tenía sentido aumentar la seguridad de la frontera sur, donde se está produciendo una invasión en toda regla de cientos de miles de inmigrantes ilegales, tolerada y fomentada desde el régimen de Biden, ahora las razones afectan a lo que más quieren y valoran las familias: sus hijos.
El presidente Donald Trump, que sabe captar como nadie el sentir de la mayoría de los estadounidenses, ha pedido a los legisladores en el Congreso que den prioridad a la financiación de la seguridad escolar frente al envío de la ayuda militar a Ucrania. Una propuesta que cuenta con el respaldo de gran parte de los ciudadanos. Hoy por hoy, Estados Unidos enfrenta múltiples desafíos. Así, primero reforcemos la seguridad en nuestras escuelas y universidades, y después tengamos un debate real sobre cómo afecta la crisis de salud mental entre los jóvenes y en la población en general, la falta de padres en los hogares, las familias desestructuradas y rotas, y la pérdida de valores conservadores que evitaron las masacres y tiroteos masivos en el país durante generaciones hasta que el progresismo lo trajo en las últimas siete décadas.
El descontrol de Biden y los demócratas radicales de izquierda es de tal magnitud que están despilfarrando miles de millones de dólares de los impuestos de los contribuyentes mientras crece la crisis fronteriza en el propio país, la seguridad escolar y de los jueces del Tribunal Supremo (amenazados algunos de muerte) está en riesgo y ahora también la fórmula para bebés se agota; tres frentes que forman un panorama que avergüenza a los estadounidenses. Nada de todo esto sucedería con Trump en la Casa Blanca, y ahora ya sabemos por qué la Camarilla lo quería fuera. La aplicación de esta demencial agenda globalista que tolera e incentiva la guerra en Ucrania y el empobrecimiento de los ciudadanos a los que quieren tener sometidos y controlados, avanza de la mano de una Administración Biden cada vez más en sus manos. Europa tampoco se libra y ahí tienen la agenda 2030 y todas las medidas que impone la elite que gobierna la Unión Europea, y que está autoinfligiendo un daño descomunal a los países y los ciudadanos para lograr sus propósitos apoyándose en la excusa de la guerra y de Putin.
La situación es enormemente grave. Lo vemos con algunos datos: el 74% de la fórmula para bebés está agotada en el país. Los precios de la gasolina han subido 56 centavos en un mes y alcanzan límites históricos con un aumento general del 48%; los precios de la energía aumentaron un 32% en el último año; los precios de los alimentos han aumentado casi un 9%; los precios de los vehículos usados aumentaron un 35% en un año, y los precios de los vehículos nuevos aumentaron un 12% o más. Los huevos han subido hasta un 44%, el beicon hasta un 35%, la leche hasta un 25%... La inflación cuesta a los estadounidenses 569 dólares cada mes. Pero la elevada inflación no surge de la nada, sino de las malas políticas de izquierda. El gasto deficitario y los casi 5 billones de dólares gastados en rescates financieros por el COVID-19, entre otras causas, han llevado también a esta inflación descontrolada.
Simplemente, no podemos salvar a Ucrania condenando la economía estadounidense y a los trabajadores estadounidenses. Es de puro sentido común.
El problema de la fórmula para bebés, por coger un ejemplo, es tan sólo la punta del iceberg de todos los problemas de la cadena de suministro que continúan empeorando bajo las políticas que aplica Biden y su cuadrilla de socialistas descerebrados. La crisis en la frontera sur representa un grave riesgo para la seguridad de los estadounidenses en todo el país y es imperativo que se tomen medidas para asegurar nuestra frontera. 8.000 inmigrantes ilegales cruzan la frontera cada día. Ya han entrado más de dos millones y medio desde que Biden está en la Casa Blanca. Los agentes de la Patrulla Fronteriza detuvieron a más de 220.000 inmigrantes a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México en mayo pasado, estableciendo un récord que se remonta a la presidencia de Clinton. Desde el 1 de marzo, los agentes detuvieron a más de 633.000 inmigrantes ilegales. Sólo se necesita un criminal que cruce la frontera ilegalmente para causar estragos en el país. Pues bien, ya se han encontrado 35 personas en la frontera que están en la lista de vigilancia de terroristas de este año 2022. Es decir, el doble de los localizados en 2021. Una muestra más del riesgo real que corre nuestra seguridad nacional ante un problema real. Estamos en medio de un desastre absoluto en nuestra frontera sur, un desastre causado a sabiendas y deliberadamente por la Administración Biden sólo para conseguir votos de cara al futuro.
Mientras tanto, esta Administración ha destinado ya 54.000 millones de dólares a una guerra que le importa un pimiento a Estados Unidos y a los estadounidenses, y que no tiene ninguna importancia estratégica para esta nación.
El Congreso y Biden están aprobando cantidades ingentes de dinero para Ucrania, pero no han hecho nada para abordar la crisis en nuestra frontera sur, que sí nos afecta directamente, o la epidemia de fentanilo en nuestro propio país, que es gravísima. Es lógico que los estadounidenses estén frustrados y hasta la coronilla con la corrupción y los negocios habituales de los demócratas y del establishment republicano en Washington D.C.
La seguridad de los escolares y universitarios está en riesgo por el peligro que representan personas con problemas mentales. Se podría solucionar relativamente fácil si hubiera voluntad política por parte de los demócratas. Sin ir más lejos, tenemos cientos de miles de veteranos militares bien entrenados que podrían aportar mucho en términos de seguridad escolar. A los instructores del ROTC con entrenamiento en armas de fuego se les debería permitir poseer armas para mejorar esa seguridad escolar. Guardias armados, puntos de entrada únicos fortificados que incluyen detectores de metales, al menos un oficial de policía armado en cada campus y medidas eficaces de seguridad evitarían las masacres y tiroteos que se cobran vidas inocentes.
Mayor financiación de la policía, no el desfinanciamiento que defienden y aplican los demócratas y que está provocando un auge de la criminalidad, son las medidas que cortarían los tiroteos en las calles que vemos todos los días.
En un momento en el que el Congreso envía miles de millones de dólares a Ucrania, una parte de los cuales volverán bien lavados al Partido Demócrata, es más necesario que nunca invertir ese dinero donde más se necesita, que es en Estados Unidos. Trump tiene razón al reclamar que se ponga a Estados Unidos primero, no a Ucrania. Hacer eso, es hacer lo correcto. Lo que está haciendo la Administración Biden es otra cosa y no es nada bonito de decir. Lo cierto es que la guerra en Ucrania, con todo su impacto negativo en el pueblo ucraniano y en el resto del mundo, continuará mientras los políticos estadounidenses demócratas y también los republicanos que controla el establishment, la suscriban y la apoyen con el dinero duramente ganado por los ciudadanos estadounidenses.
Cualquiera de los legisladores que votó a favor de enviar 40.000 millones de dólares a Ucrania puede levantarse, negarse a ello y hacer lo correcto, tal y como hicieron Rand Paul, el senador republicano por Kentucky, Josh Hawley de Missouri, Mike Lee de Utah, Marsha Blackburn de Tennessee, y otros 7 valientes republicanos, al votar en contra en el Congreso. Todos ellos deberían hacer lo correcto por la seguridad escolar, por la seguridad fronteriza, por la disponibilidad de fórmula para bebés, por los veteranos de este país y por la policía.
Bajo la guía equivocada de la Administración Biden, los problemas reales no se están solucionando, se están agravando, creando más crisis y dilapidando el dinero de los estadounidenses. Se puede comprobar fácilmente. No es complicado. En total, los legisladores han enviado unos 54.000 millones de dólares a Ucrania desde que Rusia invadió el país en febrero. No es calderilla precisamente.
Tan pronto como Ucrania tenga en sus manos esos miles de millones, espere un poco y verá un impulso récord en las donaciones al Comité del Partido Demócrata. Es una maquinaria de lavado de dinero bien engrasada, entre otras cosas.
Además de gastar miles de millones de dólares de los contribuyentes en un paquete de ayuda a Ucrania que casi no ha recibido debate ni revisión, hay otro problema importante: la falta de supervisión real sobre cómo se gasta todo ese dinero, parte del cual irá al gobierno de Zelensky, que cuenta con una cantidad impresionante de funcionarios corruptos. Es más que evidente que existe la posibilidad de que esos funcionarios hagan un mal uso de nuestros generosos fondos. El Congreso debería asegurarse de que esto no suceda. Por supuesto, a los demócratas y a Biden eso les da igual porque sirve a sus propósitos.
Durante este tiempo de inflación elevada, precios de combustible y comestibles que se disparan, escasez de fórmula para bebés, crisis fronteriza, inseguridad escolar, y crimen desbocado en las ciudades, garantizar una buena administración de los dólares de los contribuyentes es lo mínimo que el Congreso y la Casa Blanca deberían hacer, y que no están haciendo.
Viendo todo eso, uno desearía que Joe Biden se preocupara tanto por los estadounidenses como por Ucrania. Es por esto que los ciudadanos echamos de menos a Trump, él sí ponía a Estados Unidos primero siempre.
Pero, por supuesto, sabemos que Ucrania no se trata sólo de Ucrania en absoluto. Están enviando tanto dinero a Ucrania como sea posible porque saben que será lavado de nuevo en las arcas del DNC y enriquecerán aún más a sus aliados en el complejo militar industrial. Desde el lado republicano, se les permite librar una guerra de poder contra Rusia sin tener botas militares estadounidenses en el terreno. O eso se autojustifican para votar a favor de las ayudas económicas y militares. Sólo Trump y algunos legisladores republicanos que defienden America First, están del lado correcto en esta historia.
La realidad es clara: los paquetes de ayuda para Ucrania quitan dinero de las prioridades que tiene el pueblo estadounidense y envía imprudentemente los dólares de los contribuyentes a una nación extranjera sin rendir cuentas, sin controles y sin justificación válida. La izquierda radical del Partido Demócrata está dando prioridad a Ucrania sobre los Estados Unidos, y eso es contra lo que se opone Donald Trump y cuantos estamos con él.
Para colmo de males, la debilidad de la Administración Biden para tratar con Putin en Ucrania envalentona al Partido Comunista Chino y alienta a Xi Jinping a actuar también contra Taiwán. Hoy podemos comprobar mejor que nunca que la política de disuasión que teníamos con la Administración Trump se ha perdido y que debe restablecerse lo antes posible. Algo que no harán Biden ni los demócratas. Sólo una agenda de América primero, no Ucrania, que pueda aplicar Donald Trump y sus aliados, logrará este objetivo y recuperar la paz, la prosperidad y la normalidad en Estados Unidos y en el resto del mundo.
Los retos que enfrenta nuestra nación hoy en día son inmensos, pero Estados Unidos es resistente. Con un buen liderazgo y trabajo duro, como el que representa Trump, podemos restaurar lo mejor de esta nación y recuperar el sueño americano.