Revista Tendencias

estallar en silencio

Publicado el 30 septiembre 2025 por Claudia_paperblog

Es nostalgia por todo, siempre me pasa unos días antes de cumplir años. También cuando voy de viaje a países donde hace más frío, más bien cuando visito ciudades europeas en otoño. Estoy en Ginebra y me acuerdo de J. en Lieja, las latas de cerveza en los bolsillos del abrigo, los dos un poco pobres, permitiéndonos el capricho de merendar un gofre en esa plaza, su cabeza en mi regazo, yo acariciándolo todo el rato. Nuestra casa, el ventanal, el desayuno en la cama con uvas. Me hacía fotos todo el rato y no me importaba salir fea, aunque entonces tenía la piel bonita.

En el coche, volviendo de los viñedos, estallo en lágrimas silenciosas. No sé si algo puede estallar sin hacer ruido, pero creo que en los asientos delanteros no se han dado cuenta. Pienso que no voy a volver a verla nunca. Esa noche sueño con ella, o ya he soñado la noche anterior y por eso pienso en ella, no lo sé ahora. Sueño que estamos toda la familia en el comedor de casa, yo en mi silla, ella en la de la mama y la abrazo muy fuerte por los hombros y sonríe mucho y está muy feliz y no sé por qué empiezo a llorar si en el sueño sé que la voy a poder ver al día siguiente. Y me despierto y recuerdo por qué la quería abrazar tanto.

Hoy, mientras cocino, me viene a la mente el camino que hacía a pie hasta su casa para visitarla entre semana. Han pasado meses y no he vuelto a entrar a su piso. Y si entro, no estará. 

Quizá por eso tengo más ganas de ver a J., para hablarle de ella. Necesito estar rodeada de gente que me conoce bien y él, a pesar de los años, sigue siendo quien mejor me conoce. Echo de menos reírme, creo que me he vuelto demasiado seria con los años. Quiero hacernos cosquillas, grabarle cuando está de resaca, o cuando volvemos de fiesta y mete la cuchara en la cazuela de su compi de piso, que en las ferias nos den a probar comida, comprar churros en el paseo, que me quiera invitar, no dejarle, reñirle por comer muchas patatas fritas y luego quejarse de su panza, que se ría de mí porque me como un pastel entero aunque me duela la barriga, bailar en el salón. ¿Por qué no he vuelto a bailar con nadie?

Soy complicada y caprichosa, vuelvo un poco loca a la gente. Y quien no me permite ser así no me gusta, pero quien me lo permite demasiado tampoco. Me creo que me conozco bien, pero no soy la de hace un año, me frustro si no me salen bien las cosas, no me salen las palabras como antes, he perdido memoria, no escribo igual de bien, ni con tanta frecuencia, no tengo tanta energía. Sin embargo, viajo más, tengo menos miedo, he aprendido a hacer el pino y el puente, me tiro de acantilados de diez metros, me comunico bien, aunque no vocalizo. Nadie me lo ha dicho nunca, pero lo noto en los audios. Para mi cumpleaños no vendrán mis amigos de toda la vida porque ahora tienen hijos. Si a veces me siento sola, ¿cómo se sentirá quien de verdad tenga pocos amigos?

Si no hablo de lo que he hecho, no tengo tema de conversación con la gente normal. Con mis amigos de verdad sí, hablamos de relaciones, de maneras de ser, de sensaciones, sentimientos. Ellos se inventan juegos tontos que nos hacen reír a todos, o hablan de vídeos que han visto en TikTok, yo leo y cuesta encontrar a gente que haya leído los mismos libros que tú.

Echo mucho de menos el Erasmus. Hacía frío también, pero me daba igual, ahora no lo soporto, huyo de él siempre que puedo. Bueno, lo que no me gusta es la oscuridad.

estallar en silencio

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