Revista Viajes

Estambul en 5 días: Qué ver y qué hacer

Por Mundoturistico

Estambul era uno de esos lugares que sabía que tenía que conocer pronto y que finalmente visité el pasado julio. Iban a ser tres días, que finalmente fueron cinco -cambio de billete mediante porque había calculado mal los días que me llevaría disfrutar de otras partes de Turquía como son Capadocia, Pamukkale y Éfeso– y que hubieran sido más, si hubiera podido. Embrujo, amabilidad, exotismo, vistas, atardeceres o belleza son algunas de las razones que hicieron que esta ciudad me enamorara y que haya pactado conmigo misma volver. Hoy vuelvo a hablar de esta ciudad turca para contaros las cosas que podrás ver o hacer en la ciudad durante cinco días, después de contaros hace tiempo la parte más emocional del viaje. ¡Espero que os sirva de ayuda si os lanzáis a conocerla!

Día 1: De paseos y mezquitas

La imponente Mezquita de Süleymaniye

Se trata de un centro religioso sencillamente imponente y una de las razones es que es la mezquita más gran de la ciudad. Pero no es solo su tamaño lo que la encumbra. Por un lado, su construcción fue una especie de golpe de fuerza de Süleyman, un sultán muy importante para el Imperio Otomano apodado El Magnífico y fue encargada al que fuera también icono de otras tantas mezquitas, el arquitecto Sinan.

Por otro lado, su emplazamiento es encantador, ya que no solo se obtienen unas preciosas vistas desde su balcón, sino que la mezquita misma se puede observar desde el Puente de Gálata o en los ferrys que alcanzan Eminönü en una de las imágenes más bonitas que regala Estambul. Por último,  las tumbas que la rodean, donde yacen los cuerpos del sultán y su familia, acaba de darle el embrujo para convertirse en uno de los lugares más especiales que visité en el viaje.

Mezquita-Suleymaniye

Mezquita de Suleymaniye

Una mezquita menos turística: Sehzade

Cerca se sitúa otra de las mezquitas ideadas por el arquitecto más reconocido de la ciudad, Sehzade. De menores dimensiones, pero de igual modo, muy parecida a otras que hay en la ciudad, su mayor atractivo es que no es tan conocida y se puede disfrutar en ella de un ambiente más auténtico. Nos quedamos sentadas un rato contemplando el rezo de un feligrés, sin mayor intención que vivir el momento.

Mezquita de Fatih, el corazón de un barrio

El barrio de Fatih fue el primero en ser conquistado por el sultán Mehmed II, conocido como el Conquistador –significado también del nombre del barrio-, y ser anexionado al Imperio Otomano. Ese carácter y el hecho de que se haya convertido en el distrito más grande de Estambul, le dan relevancia e interés. Su corazón es la popular Mezquita de Fatih, donde a la hora del rezo la gente se agolpa en su zona exterior, convirtiéndose en un lugar de reunión social clave en el barrio.

mezquita

Mezquita Hirka-i Serif, sin turismo alguno

Visitamos la mezquita de Mezquita Hirka-i Serif por la recomendación de un amigo, pues en los meses de Ramadán –en los que tuvimos la suerte de poder ir- se expone una túnica de Mahoma. Pudimos entrar y compartir este momento con un montón de mujeres musulmanas que iban a presentar sus honores a este símbolo de su religión. Fue bastante especial, ya que éramos las únicas turistas y aunque no compartíamos el fervor, asistir a él fue único.

HIrka

San Salvador de Cora: una pequeña joya bizantina

San Salvador de Cora es otro de los símbolos del periodo bizantino y una pequeña joya que resulta muy interesante visitar. Sobre todo, por los mosaicos y los frescos que alberga en su interior, por los cuales pasarás varias veces reflexionando sobre la belleza de estas creaciones.

Mosaico en la iglesia/mezquita/museo San Salvador de Chora

Rüstem Paşa, la mezquita escondida

Rüstem Paşa está situada en Eminönü, pegada al bazar de las especias y seguramente no la encontremos intencionadamente, sino que aparezca sin avisar. Por eso la he llamado la mezquita escondida. Creada también por Mimar Sinan, su mayor atractivo son los azulejos, en tonos azulados y rojizos, que la hacen tan característica. Acogedora, bonita y entrañable, este centro religioso es otra parada imprescindible.

La mequita nueva, otra proeza

Otro de los símbolos de la ciudad, de las mezquitas que se pueden ver en ese paisaje tan característico, es la Mezquita Yeni Camii o conocida como Mequita Nueva. En pleno barrio de Eminönü, destaca también por su envergadura pero sobre todo por su situación, en pleno corazón de la ciudad vieja.

mezquitaNueva2

Santa Sofía: el mayor icono de la ciudad

Santa Sofía es probablemente el mayor icono de Estambul. De gran envergadura e imponente tanto exterior como interiormente, nos quedaremos maravillados al entrar en sus muros o al contemplarla cada vez que pasemos por la zona. Su visita será espectacular en todos los sentidos y merece mucho la pena.

Interior de la Mezquita Hagia Sofía
sultan

Fue uno de los hitos de la arquitectura bizantina y la catedral con mayor superficie del mundo durante casi mil años. Luego se convertiría en mezquita, la principal de la ciudad durante medio siglo, sirviendo de inspiración a otras como la Mezquita Azul, la de Sehzade o la de Süleyman.

La Mezquita Azul, la colorida

La mezquita del Sultán Ahmed es conocida por sus mosaicos azules, de ahí su popular apodo de ‘La Mezquita Azul’. Este colorido centro religioso es otro de los más importantes de la ciudad y junto a Santa Sofía, forman el recinto de Sultanahmet. Os confesaré una cosa: cuando divisas su interior no se aprecian bien los mosaicos y el azul no me resultó tan fácil de ver; de ahí que dudara en varias ocasiones si me encontraba donde debía encontrarme. Bien pensado, no tenía perdida…

😉

MezquitaNueva
MezquitaAzul

Día 2: Visita a Beyoğlu y Ortaköy

Distrito de Beyoğlu, la parte europea de Estambul

En la segunda jornada en Estambul, cruzamos el Puente Gálata para aventurarnos a conocer otro de los barrios más populares de la ciudad: Beyoğlu. De corte más comercial, lo que más me llamó la atención eran los cafés de las zonas colindantes y la gran cantidad de tiendas de la amplia Avenida Istiklal. Tengo que reconocer que esta parte me decepcionó un poco, ya que la vi demasiado moderna para la idea que llevaba de la ciudad, aunque también creo que le dediqué poco tiempo. Rehusamos subir a la Torre Gálata y acabamos el paseo, que luego retornaría, en la Plaza Taksim, centro de eventos de todo tipo en la ciudad y corazón de la parte europea.

Calle Istliklal

Calle Istliklal

Ortaköy: un barrio de postal

La tarde fue la otra cara de la moneda. Ortaköy es un barrio algo alejado, a orillas del Bósforo y en la parte más moderna de la urbe, que tiene un encanto especial. Es un barrio lleno de vida, con bares y restaurantes por doquier; vida en su plaza principal y una imagen dulce y delicada. Su visita estrella es la mezquita de Ortaköy, una de las que más me gustó pues es diferente tanto por su ubicación como por su interior. Mecida sobre el mar, es rabiosamente bella y los tonos pastel de su interior hacen las delicias de quién disfruta de este tipo de estética. Personalmente, la vi una mezquita muy elegante.

Mezquita de Ortakoy

Üsküdar, el atardecer más popular de Estambul

Ese día acabamos cogiendo un ferry en Emiönü para arribar a la parte asiática y dirigirnos a Üsküdar para ver el atardecer. En esta zona de Estambul todo está preparado para ver caer el sol sobre alfombras y con te en mano y es sin duda uno de los momentos más encantadores que te pueden suceder.

Día 3: Eyüp y Museo Mevlevi

La cara tradicional de Estambul: el barrio de Eyüp

Uno de los barrios más tradicionales de la ciudad y por tanto, con un halo de exotismo especial, es sin duda Eyüp. Casas de madera, la plaza donde se encuentra su principal mezquita, puestos comerciales y un montón de gente alegran sus calles. Su simbolismo viene de Eyüp Sultan –mano derecha del profeta Mahoma- que murió en este emplazamiento en un ataque a Constantinopla en el año 670. De ahí que la mezquita de este barrio sea visitada cada día también por muchos musulmanes que dan mucho ambiente a este barrio.

Mezquita de Eyup
Café Pierre Loti

Tal es la importancia de este lugar que en el pasado, los fieles querían ser enterrados allí y así la ladera del monte Eyüp se convirtió en un gran mausoleo. Para subir a lo más alto, tomamos el funicular, que nos permitirá alcanzar una altura suficiente para maravillarnos con una de las mejores perspectivas de Estambul, a la vez que tomamos algo en el popular Café Pierre Loti, que para nuestra sorpresa es además de encantador, barato.

Museo Mevlevi

El Museo Mevlevi está situado en Beyoğlu y recoge de forma compacta la historia, la forma de vivir y objetos o utensilios propios de los derviches giróvagos, una orden sufí muy reconocida dentro del imperio otomano. Han trascendido en el tiempo por su curioso baile, que a través de círculos les llevaba a una especie de éxtasis.

mevlevi

Resulta muy interesante, además de que en estas mismas instalaciones, hay espectáculos todos los sábados y domingos. No obstante, nosotras abandonamos la idea por nuestra intención de ahorrar.

Día 4: Conocer Üsküdar

El cuarto día comenzó algo tarde porque en mitad de este tiempo visité Capadocia, Pamukkale y Selçuk, pero hice una ruta que merece también muchísimo la pena. Volví a Üsküdar, en esta ocasión de día, para empaparme de nuevo de ese ambiente y pisar tierra asiática, al tiempo que descubría sus mezquitas, sus cuestas y a la gente paseando tranquilamente a orillas del Bósforo. Era domingo, así que no puede disfrutar de esa algarabía de la que hablan otros, sus mercados y gentío, pero sí disfruté de un paseo tranquilo de domingo.

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Mezquita Şemsi Pasha

Visité la mezquita Mihrimah Sultan, dedicada a la hija de Süleyman; la mezquita Yeni Valide, de tonos rojizos; y mezquita Şemsi Pasha, quizás la más bonita por sus pequeñas dimensiones y por caer frente al mar. Si bien la zona estaba muy tranquila, se respiraba el encanto propio de los puertos, con parejas cogidas de la mano o familias disfrutando del aire libre.

Día 5: Día de relax en un haman y una tetería

El último día quería simplemente disfrutar de la ciudad, pero finalmente decidí acercarme a conocer la conocida Cisterna Basílica. Esta obra creada en la época bizantina para abastecer a palacio, fue utilizada después como depósito de agua. Actualmente, tiene el encanto de ser una obra subterránea y casi artística, con muchas columnas y dos figuras de Medusa, ser mitológico que tenía el poder de convertir a quien la mirara en piedra. También el tintineo del agua sobre el suelo ayuda a conformar una visita diferente.

CisternaBasilica

Tras esta visita, me acerqué al hamam de Cemberlitas, que tenía en mente como plan y finalmente, accedí a disfrutar. La verdad es que como nunca había estado en ninguno, tuvo algo de gracia, pero el precio -30 euros, en mi opinión desorbitado- y las altas temperaturas siendo verano hicieron que me quedara un poco como pensando: “¡¿Para qué?!

Ya a la tarde, acabé el día en una tetería que a juzgar por como era, puede ser una de las más grandes y concurridas de la ciudad. Se llama Corlulu Ali Paşa Medresesi y está situada en un pasadizo que finalmente, acaba siendo un gran decorado de lámparas, mesas y sillas totalmente adecuadas para generar el ambiente perfecto para fumar narguile. Aunque estaba sola y era la única chica del lugar, disfruté de ese ambiente un rato, comenzando a ser consciente de que el viaje más importante del año se acababa.

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Volví, como hice el día anterior, al Puente Gálata y a Eminönü, a comer maíz inflado y a observar, desde una lejanía relativa, la belleza de esta ciudad. Volví a subir caminando hasta el hotel, despidiéndome interiormente de Santa Sofía y la Mezquita Azul. Cené en un restaurante donde el dueño ya me conocía y que me sugirió que todo el mundo volvía a la ciudad, incluso cuando creía que no lo haría –como le repliqué-. Hice un pacto, nuevamente en silencio, de que volvería. Algún día volvería…

estambul

Nota: En mi empeño de no llevarme la sensación de visitar Estambul solo como turista, dejé sin visitar el Palacio Topkapi, centro administrativo del Imperio Otomano y del que merece la pena mucho –por lo que he leído- conocer el espacio dedicado al harén del sultán.

Tampoco he hecho mención al Gran Bazar y al Bazar de las Especias, dispuestos seguidamente desde Eminönü hasta Sultanahmet, ya que no fue una visita como tal, sino que pasamos por allí día tras día, viviendo y admirando el carácter comercial de esta ciudad y de sus habitantes.

Por último, si os ha gustado este post, os invito a leer otro artículo sobre los diez momentos más especiales de mi viaje a Estambul.


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