Revista Economía

¿Estamos ante el inicio de una recuperación o al borde del colapso?

Por Andrés Sánchez - Blog Stockholders @stockholders_es

El estallido de Lehman Brothers supuso una sacudida que tambaleó la estructura financiera internacional. Se expandió como una onda al arrojar una piedra al estanque provocando un efecto dominó caracterizado por el caos, el pánico y la incertidumbre.

No es la primera ni será la última burbuja que acontezca, dado que el ser humano aprende de sus propios errores pero olvida pronto. Siempre existe una salida pese a la opacidad del final del túnel, pero dada la envergadura del problema, las alternativas han de ser drásticas, estructurales e impopulares.

Cuando una burbuja adquiere demasiada entidad y se rehúsa a asumir la pérdida, lo habitual es refinanciarla. Esta maniobra implica postergar lo inevitable, agravando la situación.
En líneas generales, EEUU optó por inyectar liquidez al sistema imprimiendo más dólares; y la argucia fue bautizada con el nombre de QE, Quantitative Easing o flexibilización cuantitativa. Esta política monetaria expansiva, recomendable en periodos de tipos interbancarios cercanos a cero, fomenta el consumo, la inversión y canaliza las pretensiones de la oferta y la demanda; además de la consiguiente depreciación del cambio euro-dólar (EUR/USD) que facilita la exportación y promueve la competitividad del Nuevo Continente.

Esta estratagema, apaciguó a los mercados temporalmente infundiendo una confianza versada en el asentamiento de las bases de una incipiente recuperación.

No obstante, el crecimiento (o las expectativas del mismo) está erigiéndose sobre un dinero ficticio, en lugar de una perfecta y libre conjunción de los oferentes y demandantes. Es decir, se pretende edificar sobre el "barro", como si de la estatua de Nabucodonosor se tratase.

A sabiendas de que las bolsas descuentan el devenir de la economía con 6 o 9 meses de antelación, la descorrelación entre las subidas sostenidas de los índices americanos respecto a la purga europea, reflejan la dispar acometida al problema financiero global.

La peculiaridad del caso europeo se escenifica en la desigualdad, las diferentes velocidades que se ven avocadas a frenar el mecanismo, la rueda del progreso.

Mientras países como Alemania, los nórdicos... han logrado reducir las tasas de desempleo, mejorar la balanza comercial y la producción nacional, los periféricos han abogado por políticas de despilfarro donde las inversiones improductivas se han erigido como baluarte. Además, el coste político de la ejecución de un plan de contención severo, ha propiciado la desidia y el aplazamiento de la responsabilidad que acarrea el poder.

La crisis de valores, la mentalidad, la perspectiva, la iniciativa y el esfuerzo por parte de la población por un lado y la ausencia de facilidades y mentalización colectiva desde los gobiernos por otro, acentúan aún más las diferencias entre las dos Europas.

El "comunismo" de la deuda está incoando la gestación de una burbuja en el Viejo Continente: la "refinanciación de la refinanciación" de préstamos que derivan en una deuda perpetua creciente, las subastas de letras y bonos reiteradas que los mercados celebran por la cuantía colocada en lugar de la rentabilidad otorgada, la carencia de competitividad de los PIGS y las amenazas latentes de países emergentes (BRICS)...

El teatro de la TROIKA representado a diario en el escenario de los medios de comunicación sobre el incremento de las primas de riesgo, las calificaciones crediticias, las posibilidades de quiebra y la Ilíada griega, son las escusas esgrimidas por algunos para justificar las fluctuaciones del mercado.

La cruel realidad es que se han agotado las alternativas y se estrecha al máximo el margen de maniobra. Todos los movimientos se centran en mantener sobre la cuerda floja al funambulista heleno, ya que cualquier desviación del rumbo prefijado provocaría dudas, temores sobre un enfermo ya terminal que sobrevive con respiración asistida. Ahondando aún más, la caída de Grecia se podría sobrellevar, pero el efecto contagio por la internacionalización del mercado de capitales provocaría un colapso inminente.

Entonces, si en EEUU financia un crecimiento ficticio y en Europa se esconde la verdad bajo la alfombra sedando con parches efímeros la crítica situación; si contemplamos también amenazas latentes de otros ámbitos, como del precio de las materias primas, la dependencia energética, las amenazas de medio oriente y un sinfín de peligros subyacentes, ¿podemos pensar en la recuperación?


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