¡Estamos en Lisboa!

por Isabel Val.

Cuándo leáis esto estaré a pocas horas de ver a The National actuar en el Pavilhão Atlântico de Lisboa.

Lo cierto es que sólo buscaba una excusa para viajar, aunque simplemente fuese una escapada rápida, “pues voy a hacerle una sorpresa a Edu y, ya que The National no vienen a Barcelona, vamos a verlos a Lisboa” pensé. Todos salíamos ganando: él contento, yo quedo bien y me salgo con la mía. ¿A cambio de qué?¿De una hora y pico de aguantar el tipo con The National?

Sé que todo el mundo habla maravillas de ellos y que son el grupo de moda, pero reconozco que al principio me parecieron un tostón.

Para ir concienciándome poco a poco, puse High Violet de “fondillo” mientras preparaba las cosas del viaje y me leía la guía de turno (si el consumo desenfrenado de guías Lonely Planet no está tipificado todavía como adicción, poco falta). Al cabo de un rato, y sin darme cuenta, he dejado todo lo que estaba haciendo y solo los estoy escuchando a ellos, atenta y emocionadísima. “¡Qué cabrones!” pienso.

El siguiente paso fue descubrirme a mi misma cantanto Terrible Love mientras cocino bajo la mirada de desconcierto de Edu. De ahí en adelante no he hecho más que diseccionar sus discos canción a canción, melodía a melodía y letra a letra. Y por fin entendí por qué The National se han convertido en un grupo que agota entradas y llena estadios olímpicos sin hacer una música demasiado accesible.

The National escriben canciones desde nuestra parte más oscura, allí donde se esconden nuestros miedos y nuestras inseguridades y todo ello sin que resulte deprimente. Un simple recordatorio de que todos nos hemos sentido como una mierda alguna vez y no pasa nada. Igual no es la mejor manera de venderos al grupo y no creo que nunca lleguen a contratarme para redactar sus notas de prensa, pero ésta es mi experiencia de cómo un grupo pasó de parecerme soporífero a hacerme vibrar.

¡Por favor que no me decepcionen esta noche!

A la vuelta os cuento