Revista Cultura y Ocio

¿Estamos en una democracia?

Publicado el 26 noviembre 2013 por Albilores @Otracorriente

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Habrá gente que se sienta escandalizada al leer este título ya que los argumentos que venimos defendiendo toda la vida se nos vienen abajo. Pero, como dice Mandela, si no hay comida ni seguridad social ni educación al alcance de todos, entonces la democracia es una cáscara vacía aunque se pueda votar.

En otra corriente llevamos denunciando desde nuestra aparición, ya hace un año, todas las mentiras, engaños y corrupciones, no solo de este gobierno terrible, sino también de los anteriores, así como la complicidad permisiva de la oposición en los temas institucionales más importantes de nuestro mal llamado sistema democrático. Esta complicidad nos ha llevado a vivir en una dictadura financiera sostenida por los medios de comunicación, culpables en gran parte del sostenimiento de este régimen en que gobiernan los mercados.

La cantidad de desahucios que se están produciendo de una forma macabra; el aumento del paro que crece día a día, o el fraudulento Tribunal de Cuentas, que solo sirve para engañar a los ciudadanos haciendo ver que se hace algo, pero sin hacerse, a la vez que se cobran grandes sueldos, son ejemplos que nos hacen pensar que no es ésta una democracia muy normal.

La cantidad de dinero que estaba destinado al mantenimiento de las bibliotecas y a la ayuda de la ciencia, los asombrosos indultos a los ladrones más grandes, las reinserciones a los terroristas más sanguinarios, la delgada línea entre lo público y lo privado que se traspasa una y otra vez destrozando los servicios públicos más necesarios y favorecen la reducción de los derechos de la gente más desprotegida, son más argumentos que hacen pensar mal.

Los presupuestos generales, las reformas del código penal -la última que regula el derecho a a protestar y a manifestarse es ya abiertamente anticonstitucional y antidemocrática-, las medidas anticorrupción más corruptas, el fraude de las olimpiadas, las subida de los precios, la bajada de los salarios, las leyes de la “no” transparencia que cuentan con el apoyo increíble de los dirigentes de los sindicatos, cómo tratan de confundirnos con los eufemismos, cómo nos toman el pelo con las campañas publicitarias, la privatización fraudulenta de las empresas que producen dinero y puestos de trabajo, cómo se atenta contra la naturaleza y cómo se quitan las ayudas a la gente más desfavorecida, las mentiras que nos confunden a diario… son algunos más de esta falsa democracia española.

En realidad la extrema gravedad se ejemplifica en casos mucho más dramáticos que el hecho de la corrupción política individual (aunque las sumas de dinero sean grandes). Se ve en que la gente más desprotegida y con riesgo de exclusión social se ha quedado sin opción de defenderse -así están los dependientes, prácticamente excluidos del sistema-. Por contraste, se mantienen y aun se aumentan privilegios votados delante de nuestras narices en el congreso por casi todas las fuerzas políticas, del gobierno y de la oposición. Nos encolerizan casos como votar a favor de de volar en primera clase, comer prácticamente por el morro en el Congreso de los Diputados, o la cantidad injustificada de dietas, jubilaciones y extrasueldos que perciben estos mal llamados representantes de la democracia después de abandonar el cargo y a los cuales no han querido renunciar ni en tiempos de crisis. Algo en lo que todos los partidos, de cualquier índole, y la mayoría de los diputados (quitando algún descarriado de IU que aún permanece estable pero sin que se le haga caso por parte de su partido), parecen de acuerdo en seguir manteniendo. He aquí la verdadera corrupción política.

La gran cantidad de comisiones que se hacen desde hace décadas entre partidos para esclarecer, supuestamente, la verdad de los casos más abusivos, sin lograr absolutamente nada. Pero esto es normal, ya que las comisiones no son juicios donde se obligue a contestar a los sospechosos ni tampoco a aportar pruebas de ningún tipo, por lo que el resultado es siempre de inocencia por falta de pruebas. No es de extrañar que haya aumentado el precio de las entradas de teatro, si ya lo tenemos gratis en estas comisiones, y con los mejores actores.

Pese a esto, ningún partido o político pondrá una demanda judicial a otro. Le pedirán la dimisión y le sacaran los trapos sucios en tiempo de elecciones pero nunca llegaran a la demanda judicial. Y si en una excepción se llegase a esto, entonces se retirará la demanda a tiempo y si no, llegará el espléndido indulto.

Todos forman parte del sostenimiento de un sistema corrupto en el que nos tienen engañados hablando de democracia, algo imposible pues los poderes legislativo, ejecutivo y judicial no están separados.

Pero el mayor problema al que nos enfrentamos día a día, no es el de este sistema fraudulento, el verdadero problema, el que constituye un mal endémico de la sociedad española es ese conformismo de los votantes, que siguen votando una y otra vez sistemáticamente lo mismo sin querer entender que con su actitud va a seguir destruyendo cualquier atisbo de esperanza por un futuro mejor. No sirve de nada quejarse, enfadarse y hablar de todo lo que estamos pasando, sobre todo en estos dos años de gobierno asfixiante, si luego llegan las elecciones y legitimamos en las urnas los crímenes que estamos sufriendo. Así nadie pagará por sus fraudes, sus mentiras ni sus delitos y seguiremos sin disfrutar de una democracia real en la que la igualdad sea tan normal que no haga falta que se hable de ella.


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