¿Estamos hablando como ChatGPT? Cómo la Inteligencia Artificial está cambiando nuestra forma de comunicar

Cuando el teléfono se convirtió en una extensión de nuestra mano, también nos transformó silenciosamente en la forma de expresarnos. Ahora, la revolución llega por otro camino: los asistentes de inteligencia artificial.

Tras la llegada de ChatGPT en 2022 y su popularidad arrolladora, no sólo cambiamos la manera en que buscamos datos o escribimos correos: también estamos alterando el modo en el que hablamos entre nosotros.

Esta transformación va mucho más allá de escribir frases largas y pulidas. Una investigación reciente apunta a un fenómeno inesperado, casi irónico: los humanos comienzan a hablar como las máquinas que crearon.

Brecha entre lo humano y lo artificial: ¿Se está desdibujando?

Cabe preguntarse si estamos ante una pérdida de autenticidad. La riqueza del lenguaje reside en sus matices, regionalismos y guiños personales. , podríamos estar sacrificando parte de esa diversidad. El riesgo: convertirnos, sin darnos cuenta, en emisores de una voz global, pulida, pero un tanto descafeinada.

La raíz del fenómeno: Una retroalimentación cultural inédita

Quizás el aspecto más fascinante del estudio es lo que los investigadores llaman “circuito de retroalimentación cultural”. Tradicionalmente, la inteligencia artificial basaba sus patrones de lenguaje a partir de grandes volúmenes de textos humanos.

Ahora, la marea ha cambiado: lo que la máquina nos ‘devuelve’, empieza a ser absorbido por las personas y reciclado en nuestras propias interacciones. Ya no sólo le enseñamos a la máquina, la máquina nos está enseñando a nosotros.

“Las pautas almacenadas en la IA parecen transmitirse a la mente humana”, explica Levin Brinkmann, coautor del estudio. “Es natural que los humanos imiten a otros, pero tendemos a copiar a quienes consideramos expertos o figuras de autoridad”.

¿Por qué imitamos a la IA?

No es la primera vez que los humanos adoptan patrones externos: antes fue la radio, la televisión y, más recientemente, el auge de las redes sociales. Pero en esos casos, el modelo a imitar era humano. Las máquinas se convierten, por primera vez, en “autoridad cultural”. Parecen eficientes, precisas, incluso brillantes, y buscamos su aprobación inconscientemente al redactar informes o hasta grabar un podcast.

Canales donde la influencia es más marcada

Aunque la influencia es más evidente en contextos profesionales y educativos, también ha comenzado a filtrarse en otros ámbitos:

• YouTube educativo y académico
• Podcasts de temas especializados
• Correos de empresas y comunicación formal
• Redes sociales de divulgación

En estos espacios, las “GPT words” han aumentado hasta un 51% tras el auge de ChatGPT. Es decir, lo que escuchamos y repetimos está calibrado por la lógica de la inteligencia artificial mucho más de lo que creíamos.

¿Qué peligros encierra esta tendencia?

La pregunta inevitable: ¿es bueno o malo? Como muchas revoluciones tecnológicas, la respuesta no es binaria.

Ventajas

• Mayor claridad. El estilo de ChatGPT es preciso, lógico, fácil de seguir.
• Homogeneización profesional. Facilita que personas de diferentes culturas y contextos puedan entenderse mejor.
• Acceso a un vocabulario más rico. Incluso quienes no dominaban ciertos matices del idioma ahora los incorporan con naturalidad.

Desventajas

• Pérdida de autenticidad. El “color” local, el humor y los errores genuinos tienden a desaparecer.
• Aplanamiento lingüístico. Corremos el riesgo de sonar todos igual, como si leyéramos el mismo teleprompter virtual.
• Menor detección de lo artificial. A medida que todos usamos estas expresiones, identificar un texto o discurso generado por IA se volverá casi imposible.
• Posible enfriamiento conversacional. El tono excesivamente pulido puede hacer que las interacciones suenen menos humanas y auténticas.

¿Qué opinan los expertos y lingüistas?

Algunos lingüistas resaltan la ironía: creamos máquinas para que suenen “humanas” y, ahora, nosotros adaptamos nuestro lenguaje a ellas. Otros advierten que la difusión masiva de esta voz sintética podría empobrecer la riqueza del habla cotidiana. Emily Bender, reconocida lingüista, opina que, es imposible escapar al influjo de la inteligencia artificial dados los millones de fragmentos sintéticos circulando cada día.

¿La influencia solo se queda en la superficie?

No necesariamente. La investigación sugiere que la integración de las palabras y estructuras de la IA no solo ocurre en la redacción: se cuela en la memoria y los patrones de razonamiento, especialmente en ambientes académicos y laborales donde ChatGPT funciona como herramienta de aprendizaje y consulta.

“Cada vez que interactuamos con contenido generado por IA, absorbemos una pizca de sus patrones. No sólo buscamos la eficacia, también buscamos sonar tan sofisticados y confiables como el propio ChatGPT”.

¿Qué hacemos ahora? Propuestas para un equilibrio sano

La solución no es desconectarnos ni rechazar la tecnología, sino cultivar una conciencia crítica sobre cómo nos está modelando —y cómo queremos que sea nuestro futuro lingüístico. Algunas recomendaciones:

• Recuperar lo personal. Intercalar expresiones propias, anécdotas o frases coloquiales ayuda a devolverle frescura a nuestras comunicaciones.
• Dosificar la “voz IA”. Utilizar ChatGPT como ayuda, no como modelo único de redacción y discurso.
• Celebrar los errores y peculiaridades. El tartamudeo, el regionalismo y el chiste local dan sabor, humanidad y cercanía, aspectos imposibles de clonar por una máquina.
• Fomentar la diversidad lingüística. Desde blogs hasta podcasts, incentivar la pluralidad de voces para evitar la saturación de un solo estilo.

¿Transformación o adaptación?

La lengua es plástica, y siempre se ha nutrido de influencias externas: latín, internet, anglicismos y, ahora, inteligencia artificial. La diferencia está en la velocidad y el alcance de esta nueva ola. No caigamos en el pánico tecnófobo, pero tampoco ignoremos la oportunidad de preguntarnos, con honestidad, si queremos que todas nuestras voces suenen como una plantilla de ChatGPT.

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