Hay un tema que siempre me ha llamado mucho la atención, y aunque sé que este es un blog orientado a las historias, creo que en la sección Pensando podemos hacerle un hueco, puesto que puede ser parte de la historia de muchas personas.
Nunca entenderé a aquellas personas que se dicen cosas como: «Hoy es la última vez, mañana ya lo dejo» o similares. Vamos a ver, si sabes que algo está mal o no te conviene, ¿por qué vas a seguir haciéndolo durante veinticuatro horas más? Sí, sé que mucha gente no tiene suficiente fuerza de voluntad para dejar las cosas de golpe, pero es que entonces tampoco creo que dispongan de la suficiente como para abandonarlo al día siguiente. Ante esto nos encontramos con cientos de personas que fracasan una y otra vez en sus objetivos y se encuentran llenos de frustración por haberlo intentado una y mil veces.
Y yo no me saco de este grupo de personas que alguna vez ha pronunciado, o pensado, esta frase. Es evidente que todos lo hemos hecho cuando sabemos que algo está mal pero que nos encanta. Pero, ¿hasta dónde nos conviene perseverar en mantener ese acto dañino?
No lo sé. Los seres humanos somos animales, que por regla general, somos muy reacios a cambiar cualquier aspecto asentado de nuestras vidas. Si no lo creéis así miraros un poco. ¿Estarías dispuesto a cambiar eso que haces todos los días sin que te supusiese ningún problema? Permítame que lo dude. Hasta el más mínimo elemento que forma parte de tu existencia está anclado a tu manera de ver las cosas, y el hecho de que este falte haría tambalear tu propia concepción de la realidad.
Hace poco vi un video en Youtube en el que se hablaba de que la felicidad estaba construida por pequeñas piedrecitas que simbolizaban todas esas cosas que nos hacen disfrutar del día a día. No pude más que concordar con él en todo, excepto en una cosa. Afirmaba que cuanto más pequeñas fueran las piedrecitas mejor, puesto que si alguna vez faltase alguna sería más fácil reemplazarla. Sin embargo, yo creo que cuando hablamos de felicidad no nos encontramos ante piedrecitas al uso, sino que estas, a medida que forman parte de tu vida, van creciendo, y probablemente tú no puedas hacer nada por controlar ese aumento. Es más, creo firmemente que es imposible ser feliz sin dejarlas crecer a su libre albedrío.
Pero entendí el argumento. La vida está llena de cosas pequeñas y esas son las que tenemos que disfrutar cada día porque son las que van a conseguir que el día merezca al final la pena.
Tras ver el video me paré a reflexionar un poco. Todos tenemos nuestras crisis existenciales, esto es así, lo que pasa es que yo me lancé a observar un poco el mundo que me rodea y llegué a una conclusión. Nunca me gustaría vivir en una ciudad como Madrid, tan llena de gente en la que el estrés es algo rutinario. Y quien dice Madrid dice cualquier otra ciudad grande en la que las aglomeraciones y las prisas sean algo normal.
Vivimos en un mundo el que siempre tenemos cosas que hacer. «Me encantaría hacerlo, pero es que no tengo tiempo» es una de las frases que habréis escuchado de boca de muchos, e incluso salir de la vuestra en muchas ocasiones. Yo la cambiaría mejor por un «no es mi prioridad», pero ese es otro tema distinto. El hecho es que vivimos en una sociedad en la que siempre tenemos algo que hacer, y cuando no tenemos algo y podemos relajarnos siempre encontramos algo. Y no os equivoquéis, yo soy el primero que siempre tiene tareas que cumplir. Salimos a la calle siempre con música puesta. Sabemos a que minuto exacto del reloj tenemos que abandonar nuestra morada si queremos coger el autobús o el tren que nos lleve a nuestro trabajo o a nuestra Universidad. Mientras esperamos el tren o el autobús leemos, escuchamos música, hablamos por WhatsApp o revisamos nuestro timeline de Twitter. ¿Dónde queda el aburrimiento?
Estamos matando el aburrimiento, y eso es lo peor que podemos hacer. El aburrimiento es la fuente de toda imaginación. A partir de él es de donde podemos crear miles de mundos en nuestra mente y podemos tener esas ideas que nos lleven a cualquier parte. Y es que hay que ser creativos, da igual a lo que te dediques o lo que estudies. Me da igual que estudies Derecho o que hagas Bellas Artes, que estudies Medicina o Historia del Arte. Tienes que tener un rato para trabajar tu mente, y eso solo se consigue liberándola de toda atadura y dejándola fluir.
Yo soy una persona que se considera que tiene bastante imaginación y es por esa razón por la que intento trabajarla cada día. Ya sea sentándome delante de mi ordenador y escribiendo alguna historia o simplemente mirando a la gente e imaginando que podría estar detrás. Creo que es algo que aporta mucho más a mi vida de lo que me resta.
¿Cuándo fue la última vez que te tiraste en un césped a no hacer nada? Para mí es uno de los placeres más grandes de esta vida.
Esta es una pequeña oda al aburrimiento. Espero que estas divagaciones no os hayan aburrido en exceso, y… ¿por qué no? Esto puede ser el comienzo de una nueva sección: «Divagaciones»
¿Tú te quieres seguir aburriendo?
@CarBel1994