Revista Salud y Bienestar

Estamos todos un poco trastornados

Por Miguel @MiguelJaraBlog

El otro día cuando publiqué la entrada La infancia bajo control un comentario acertado, caía como le contesté a quien lo escribió, en la generalización. Solemos generalizar para entendernos mejor pero esto no suele ser justo, escribía yo en mi respuesta. Esa persona ha vuelto a escribir y he decidido por el interés de lo que envía hacer un post.

“Sí es cierto que generalizamos y eso supone en muchas ocasiones que se empaquete en un fajo a otros que no comparten los presupuestos de esa ‘mayoría’. En el caso de la psiquiatría occidental, hacía referencia [en el citado post] a la ideología psiquiátrica dominante, pero como tu dices hay otras ramas de la psiquiatria y la psicología que están desarrollándose en una buena dirección”, matiza nuestro interlocutor.

psiquiatra

Un ejemplo de eso es Joaquin Fuster (hermano del cardiólogo Vicente Fuster). Es un buen ejemplo de la psiquiatría más evolucionada que hay actualmente, y por lo tanto la más humana, me comenta. Lo que sigue son párrafos de una entrevsita a J. Fuster en La Contra de La Vanguardia. Es muy esperanzador que haya psiquiatras que puedan “ver” y entender al ser humano. Se la resumo, quien quiera puede verla entera aquí:

-¿Estamos más locos que nunca?

Estamos todos un poco trastornados, y sobre todo en tiempos críticos como los de ahora. ¿Sabe cuál es el problema?

-¿Cuál?

La desconfianza, nadie se fía de nadie y por tanto la gente está crispada y los jóvenes tienen el futuro en entredicho. De ahí viene esta crisis, y es que la confianza es un atributo humano muy atávico, como la filiación.

-Entonces algo hemos hecho mal por el camino…

Idealizar el yo. Somos una colección de egoístas codiciosos que no tenemos en cuenta las necesidades de los demás, entre las cuales las esenciales son el amor y la filiación. Entonces, en muchos sentidos, nos estamos suicidado evolutivamente. Y hay otra cosa.

Estas virtudes evolutivas, la confianza y la cohesión del grupo, las aprovechan demagogos, políticos y tiranos para fines de grupos restringidos. Pero la sociedad occidental ha aprendido que la guerra ya no rinde; se ha hecho tan terrible que a la juventud ya no le interesa, y eso es algo nuevo y bueno.

-Iba a hablarme de libertad, ¿recuerda?

Ja, ja, ja, sí, lo había olvidado. Me he pasado 45 años estudiando el órgano de la libertad: la corteza prefrontal, que nos permite elegir una cantidad ingente de fuentes de información para modelar nuestras acciones y construirlas de acuerdo con nuestra historia personal y la historia de la humanidad.

-El 99% de nuestra percepción es inconsciente.

No sabemos conscientemente lo que vemos y hacemos, pero inconscientemente lo percibimos. No hacemos lo que no debemos hacer inconscientemente.

-Entonces, ¿de qué libertad me habla?

Hay de 10.000 a 20.000 millones de neuronas en nuestra corteza cerebral, su capacidad combinatoria es prácticamente infinita, así que nuestras memorias, vidas e historia son todas distintas, la capacidad de elegir es inmensa.

Nuestra gran aliada es la inteligencia emocional, con ella avanzamos. Pero la pretendida conciencia intelectual nos sube los humos y es un gran impedimento al altruismo, a la filantropía y a ser más felices.

-¿Qué le ha sorprendido?

La capacidad prácticamente infinita del ser humano para superar la desgracia, adaptarse a ella, y la capacidad casi infinita del hombre y la mujer para diseñar el futuro, para imaginar lo que ha de ser; y para las dos cosas se necesita la inteligencia emocional, que es el entusiasmo. Sin entusiasmo, no hay ciencia ni avance posible.

Otro ejemplo de buena psicología que me envía nuestro comentarista y que también les resumo (entrevista completa). Es una entrevista a Joaquim Quintino, un psicólogo portugés que dice también cosas muy hermosas, profundas y claras:

El psicólogo portugués Joaquim Quintino, partiendo de los casos reales de sus pacientes, en el libro El amor es una carta cerrada, aborda cuestiones tan familiares como ideas preconcebidas que pueden convertirse en veneno para la relación, expectativas irrealizables que alimentan la intolerancia en la pareja, el silencio y la falta de comunicación que destruye la convivenda. Quintino asegura tener las diez reglas para alcanzar la felicidad en el amor.

-¿Qué es el amor?

Es una carta cerrada porque siempre seguimos abriéndola para ver si está dentro. En realidad, el amor es una construcción donde dos adultos van a compartir sus vidas y sus cuerpos, y donde ambos se desean eróticamente.

-¿Existe una receta para conseguirlo?

Varias recetas. La más importante es conocer cómo es realmente el amor y no dejarnos llevar por tópicos adquiridos culturalmente. En este sentido, es fundamental la comunicación en la pareja, integrar pensamiento y acción –expresar al otro lo que sentimos–, entender que el amor incluye también el sexo, y que es necesario integrarlo en la pareja, así como aprender a visualizarse en un futuro. También se tiene que aceptar que algunas condiciones cambiarán a lo largo de los años, y que muchas pasiones nunca llegarán a consolidarse en amor, por lo que es necesario no tener miedo a empezar de nuevo.

-¿Estamos programados para amar?

Sí, pero no para hacer el camino que nos lleva al amor, hay que aprenderlo. Es cultural, nos dicen desde pequeños que no es necesario aprender a amar, pero eso es una mentira que nos impide alcanzar el amor.

-¿Por qué el amor es fundamental para nuestro bienestar?

Porque es la continuación de un afecto básico para el ser humano. Lo que siente un hijo pequeño por su madre es un sentimiento necesario para sobrevivir, al igual que el afecto que se tienen un grupo de jóvenes es preciso para descubrir mundo, ya que es mucho más fácil hacerlo de manera grupal. Luego, vendría el amor, un sentimiento que permite un desarrollo personal único, puesto que la consciencia que tenemos de nosotros mismos dependerá de cómo miremos al prójimo, del conocimiento que tengamos de él, y de cómo le sintamos.

-¿Qué le diría a una persona que no ha amado nunca?

Que va en sentido contrario, que no está trabajando lo suficiente para conseguirlo, no se puede esperar a que nos abran la puerta. Si uno aprende a hacer el camino, el amor es imposible de no encontrar porque es lo más democrático que existe en el mundo.


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