ESTAMPAS: COLLADO DE QUEBRANTAHERRADURAS
En el Collado de Quebrantaherraduras
El Collado de Quebrantaherraduras tiene un pequeño aparcamiento, ya dentro de la Pedriza y previo a las curvas de descenso hacia los tres grandes aparcamientos desde donde iniciamos nuestra marcha la mayor parte de los días. Hoy comenzamos nuestra ruta desde este punto. Al fondo se están contemplando las rocas más altas de la Pedriza posterior, con las Torres como lugar culminante y detrás, La Cuerda Larga.
El sol turbio de noviembre se esfuerza por vencer a la niebla y la escarcha de la noche en esta tachuela de entrada a la Pedriza de Madrid. Entre somnolientos pinos el coche avanza sigiloso para no asustar a las aves que tiemblan sus primeros vuelos entre las ramas, sigiloso para calmar a los corzos que saltan paredes y se esconden, más allá de las curvas del descenso, entre el bosque de pino y de cantueso.
Los montañeros han salido del coche en el Collado de Quebrantaherraduras, hoy queremos recorrer la Cuerda de los Porrones por sus cumbres solitarias. Los montañeros caminamos silenciosos para intentar hacer comprender a la multiplicidad de vida que bulle en el monte antes del amanecer, que somos personas amistosas; comprendemos que la explosión de vida del bosque de la Pedriza y de todos los bosques de la tierra se esconde cuando aparece el primer humano. ¡Ay, un solo ser humano lleva impreso en su semblante todo el miedo que explota para la naturaleza!
Y la vida animal se nos esconde. Hasta las lagartijas reptan asustadas más allá de las rocas entre el musgo del otoño; los conejos de gráciles saltos desaparecen entre el ramaje disimulando su vitalidad efervescente; solamente las cabras montesas nos observan entre la desconfianza y la curiosidad, desde lo alto de alguna roca a prudente distancia; solamente las aves sigilosas nos sobrevuelan entre aleteos de huida y misterio, mientras allá arriba en el cielo las águilas y los buitres desprecian el caminar arrastrado de los montañeros.
En cualquier caso, los montañeros nos abrazamos a la naturaleza entera y respiramos su sosiego cuandoamanece en la Pedriza de Madrid y comenzamos a caminar desde el Collado de Quebrantaherraduras...
Javier Agra.