Hay dos anécdotas bastante recurrentes que suelo encontrar a menudo por las redes sociales. Por un lado, la imagen de un joven Antonio Lobato con pelo en la televisión (Sí, lo tuvo, hace mucho tiempo), y por otro lado, la estampa de un peleón Real Oviedo ganando al poderoso AC Milan de principios de los noventa en el viejo Carlos Tartiere. Y lo interesante del asunto es que ambas curiosidades confluyen en una misma historia. Y si lo hacen, es que son dignas de contar.
Se trata de una historia de fútbol veraniego. Aquel fútbol estival plagado de míticos trofeos: El Carranza, el Teresa Herrera, el Colombino, el Naranja etc, en donde los anfitriones tenían la oportunidad de reunir a grandes equipos locales y extranjeros para rodar plantillas y permitir a las hinchadas locales disfrutar de calurosos partidos aprovechando las vacaciones. Todo aquello se fue yendo al garete con la misma velocidad con la que fueron creciendo las concentraciones de postín en destinos tan exóticos como Japón, China o Estados Unidos. Es por eso que estos eventos languidecen, porque ya no venden o los rivales ya no son los de antaño. Poderoso caballero es Don Dinero, como se suele decir. Pero volviendo a la historia que abre este post, en el verano de 1993 se celebró la VIII Edición del Trofeo Ciudad de Oviedo. Junto al Real Oviedo, el torneo había conseguido reunir al F.C Barcelona del Dream Team de Johan Cruyff y al todopoderoso AC Milan de Fabio Capello en la única edición que contaría con ese formato triangular. Y eso no era cuestión baladí. De hecho, ambos colosos se volverían a ver las caras en la final de Champions de esa misma temporada, en la cual los rossoneros aplastarían al Barça en aquella tarde de Atenas de mal recuerdo blaugrana.
El Trofeo comenzó con un vistoso partido que enfrentó al F.C Barcelona con el Real Oviedo y que se saldó con derrota ovetense por la mínima con gol del canterano Ronnie Ekelund. El formato triangular permitía enfrentarse a todos contra todos así que el sábado 7 de agosto se iba a celebrar el famoso partido que terminaría formando parte de la historia del Oviedo. Y lo hizo por varios motivos. En primer lugar, porque el Milan se encontraba disputando un torneo de verano, sí, de acuerdo. Pero no fue a Asturias a pasar el rato. Fabio Capello se llevó a todos sus jugadores (salvo Van Basten por lesión) y no dudó en alinear a pesos pesados como Maldini, Baresi, Costacurta, Carbone, Eranio, Massaro, a un joven Giovane Elber, o al super goleador galo Jean Pierre Papin (del cual ya hablé sobre su paso por el Milan en este post).
La contrapartida ovetense la comandaba Radomir Antic que había recalado en el Club tras la destitución de Jabo Irureta en la temporada anterior. Eran, pese a ello, buenos tiempos en un equipo que disfrutaba de renombrados jugadores, tanto locales como foráneos, como era el caso de Mario Lacatus, Bango, Oli, Jankovic o, por supuesto, la gran estrella de aquellos años, Carlos Muñoz, referente goleador del equipo y de toda la afición.
El partido se celebró en un Carlos Tartiere a media entrada, algo habitual en unas fechas que invitan más a la playa que a una grada de cemento. A pesar de todo, el encuentro fue disputado y entretenido a partes iguales. En el minuto 42 de la primera parte, Jankovic centraba al área y Carlos Muñoz remataba de cabeza superando a Mario Ielpo. Sorprendente resultado pero factible al fin y al cabo en pretemporada. Lo que no se esperaban es que en la segunda mitad se iba a repetir la historia de nuevo: centro al área de Jankovic y es, en esta ocasión, Armando quien remataba de cabeza a bocajarro poniendo el 2-0 en el marcador tras 53 minutos de juego. Pero es que aún quedaba la puntilla, que iba a llegar sólo cuatro minutos después con el gol en propia meta de Filippo Galli tras centro de Andrades. Para entonces el Tartiere era una fiesta que ni siquiera los postreros goles de Marco Simone ajustando el marcador al 3-2 final, pudieron empañar. Todo un hito para un equipo considerado modesto, y que tumbó de forma contundente a uno de los mejores equipos del mundo en aquellos tiempos.
Por cierto que, al principio del post comenté la presencia de un joven Antonio Lobato con pelo. En efecto, un jovencísimo Lobato con una horrible corbata se encontraba allí, en el Tartiere, como reportero a pie de campo, algo que tampoco es de extrañar puesto que es ovetense de pura cepa y llevaba trabajando ya dos años para Telecinco, cadena encargada de cubrir el partido con la narración de otro locutor de sobra conocido: JJ Santos. El partido además fue un gran éxito de audiencia con más de tres millones de espectadores, convirtiéndose en el encuentro más visto de la pretemporada del 93. Aquel día salió todo redondo en Oviedo pese a que no pudieron ganar su Trofeo, pues el campeón sería curiosamente el Milan, que también dio un buen toque al F.C Barcelona en el último partido del triangular al vencer por 3-0 con dos goles de Papin y uno de Simone.
Eran otros tiempos en la tierra de Don Pelayo.
Real Oviedo: Mora, Cristóbal Parralo Aguilera, Antonio Gorriarán Laza, Lluís Carreras, Nikola Jerkan, Luis Elcacho Roda, Berto, Armando, Janko Jankovic, Carlos Muñoz Cobo y Juan Antonio Andrades Gutiérrez. También jugaron Rafa González, Pedro Cano Arenas, Pablo José Maqueda Andrés, Félix Ángel Sarriugarte Montoya y Paco. Entrenador: Radomir Antic.
AC Milan: Mario Ielpo, Stefano Nava, Paolo Maldini, Fernando De Napoli, Alessandro Costacurta, Franco Baresi, Angelo Carbone, Stefano Eranio, Jean Pierre Papin, Daniele Massaro y Giovane Elber. También jugaron Christian Panucci, Filippo Galli, Alessandro Orlando, Marco Simone y Dejan Savicevic. Entrenador: Fabio Capello.