Ayer vivió España la mayor movilización de ciudadanos desde la muerte de Franco. Fue un logro personal de Pedro Sánchez, el ser más odiado por los españoles libres y decentes en muchos siglos. Lo ocurrido fue un éxito de la oposición y la demostración palpable de que el pueblo no quiere al tirano Sánchez, un tipo malvado y repugnante que carece de conciencia, de honradez y decencia, que no merece gobernar España. Sin embargo, a pesar del enorme éxito de la movilización, las manifestaciones callejeras ya no dan más de sí y están agotadas como recurso de protesta. Si continúan, solo servirán para agotar a los ciudadanos y llevarlos hasta la desesperación, cuando comprueben que sus protestas son inútiles porque el sinvergüenza y corrupto, al carecer de conciencia y moral, es invulnerable a ataques como las manifestaciones continuas y masivas que se están produciendo en toda España. ---
La oposición tiene que dar un paso más para echar al tirano del poder e impedirle culminar la venta de la libertad y el derecho de los españoles a cambio de los votos que necesita para seguir gobernando.
Las manifestaciones nunca lograrán lo que el tirano merece, que es la expulsión del poder, un juicio justo y, probablemente, prisión por sus desmanes, abusos, arbitrariedades y violaciones de las leyes. Contemplará a las masas en su contra y sonreirá como un loco sádico.
Hay que emprender otros caminos pacíficos y democráticos más contundentes y eficaces, como una huelga general o un boicot masivo. Solo paralizando España se logrará que el corrupto, que tiene pánico a la cárcel, abandone el poder y se marche al exilio en algún país de su cuerda, probablemente Venezuela.
Las movilizaciones de ayer fueron insuperables. Congregaron a millones si se suman todas las capitales de España, además de París y Bruselas, donde también se congregaron los demócratas para repudiar el malvado y corrupto sanchismo.
En cualquier otro país del mundo democrático, la movilización de ayer habría provocado la dimisión inmediata del presidente, pero nuestro gobernante es inmune a todo por carecer de ética, principios, dignidad y decencia.
La oposición del PP tiene que perder su miedo y sus complejos y lanzarse de lleno a la victoria, como es el deber de un partido democrático cuando contempla cómo la patria es apuñalada por un tirano. Tendrá también que dejar a un lado sus ridículas disputas con VOZ porque así lo exige la necesidad de cerrar filas contra el enemigo común, que es Pedro Sánchez y sus socios antiespañoles, violadores de las leyes y llenos de odio a España.
Hay que empezar a preparar la huelga general revolucionaria, cuyo fin es derrocar el sanchismo, no porque gobierne, sino porque viola las leyes, abusa del poder, es intensamente corrupto y acuchilla la democracia.
Con que sólo paren los camioneros y los jueces, el país entrará en coma y los que siguen a Sánchez empezarán a sentir que la furia y el rechazo ciudadano amenazan su seguridad y sus privilegios.
El socialismo español y la izquierda llegarán a las conclusiones que han asumido Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo y un número cada día mayor de socialistas disidentes: Pedro Sánchez es un peligro mortal para España.
Francisco Rubiales