Creo que a estas alturas nadie debería ignorar que los estancos, de toda la vida, han actuado como una especie de monopolio cerrado en el que cada uno se reparte su pequeño territorio. A lo largo de los años han cambiado algunos de sus requisitos, pero sigue siendo un negocio cerrado al que no puede acceder cualquiera.
Estancos: la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia «detecta» ahora un «amplio catálogo de restricciones a la competencia»
… y «echa en falta un análisis amplio y comprensivo del conjunto de instrumentos de política pública en el sector del tabaco». «A ello no ayuda, sino más bien lo contrario, la dispersión de órganos encargados de la aplicación de la normativa».
¿Es conveniente conservar la legislación restrictiva de los estancos?
Sigue diciendo que la legislación crea «barreras a la entrada de nuevos operadores», barreras que «no están debidamente justificadas en cuanto a su adecuación a los principios de regulación económica eficiente y mínima distorsión competitiva».
La CNMC recomienda que se estudien las restricciones legales desde un punto de vista de necesidad y proporcionalidad para que afecte lo menos posible a la libre competencia. Sus palabras apuntan directamente a la línea de flotación del actual (y ya histórico) monopolio de distribución minorista del tabaco.
Pero como ocurre en todos los aspectos de la vida, todos queremos plena libertad para lograr lo que queremos, pero cuando hemos conseguido saltar una barrera (en el caso de los estanqueros, cuando han logrado, por fin, disponer de un estanco en propiedad), nos entra el virus conservacionista, nos sube la fiebre y, no solo defendemos las barreras que antes nos molestaban, sino que intentamos reforzarlas desde el interior cada vez más. Al fin y al cabo, si estamos dentro… hemos de defender las murallas contra el enemigo.
Y eso es lo que han hecho los estancos, o mejor dicho, los estanqueros: acusar a la CNMC de ignorantes por atacar al monopolio.
Dicen desde los estancos: «El tabaco, por motivos sanitarios y económicos, es de máxima importancia para los estados por su fuerte carga fiscal y por la responsabilidad que conlleva el control de un producto muy vigilado sanitariamente por sus consecuencias para la salud, como se advierte en las propias cajetillas. Perder el control de en torno de más de 9.110 millones de euros anuales en recaudación, sería de todo punto una irresponsabilidad máxima para cualquier gobierno».
Pero la pregunta sigue estando en el aire: ¿Son correctas y necesarias las restricciones a la libre competencia en este sector?
Ramón Cerdá
Estancos, se dan cuenta ahora de sus restricciones a la libre competencia was last modified: enero 1st, 2016 by Ramón Cerdá