Empiezo por presentarme. Aterrizo aquí gracias a la bondad de los miembros de este grupo, que han tenido a bien dejarme publicar las letras que juntaré con toda mi buena voluntad y lo mejor que sepa, prometido. El nombre que uso es un homenaje a una gran mujer, aunque me lo inspiró alguien que frecuenta estos lares (últimamente no mucho). También es el reflejo de muchos años de copla y de exageraciones patológicas, lo saben bien quienes me conocen y padecen. Eso sí, diré a mi favor que nunca en mis dramatizaciones imaginé algo parecido a lo que estamos viviendo.
Como estamos en tiempos de incertidumbre, no me atrevo a añadir mucho más sobre lo que soy, me gustaría, lograré o podré ser, que no todo depende de una misma. A día de hoy, solo tengo una certeza y que es aplicable a cualquier ámbito: lo que hagas hoy tendrá su repercusión -positiva o negativa- mañana.
Dentro de unos días, hará cinco años que me di cuenta de que la vida me lo había enseñado como suele hacerlo todo: de golpe y sin avisar. Fue en mayo y fue en silencio, después de cinco meses de acompañamiento, cercano y lejano, en una lucha que terminó sin una despedida. Y es que, al final, solo quedan las acciones, lo hecho por otros y por nosotros mismos; lo hecho, en general, por todo y por todos.
De esta manera, además, logras desprenderte de lo que debería haber sido para aceptar cómo fue hasta el punto de que aparece la paz, continúa la compañía y te sientes bien en uno de los peores momentos de tu vida, porque no cuenta la forma en la que se desarrolló el final, sino el trayecto.
Muchas personas, demasiadas, lo han vivido en estos últimos cincuenta y tantos días, y solo espero que sintieran ese camino, al menos, como yo sentí el mío. El resto, como muchas otras cosas, son obligaciones que nos imponemos, convenciones sociales o situaciones que nos imaginamos en la búsqueda del ideal porque, al final, lo que queda es lo recorrido juntos. Llevo mucho tiempo residiendo lejos de muchos de los míos, a veces pienso que demasiado, y eso me ha enseñado otras formas de vivir las cosas, de 'estar' con ellos, de no dejar de acompañarlos nunca, por mucho esfuerzo que haya que hacer cuando es necesario.
Era y soy consciente de que, durante ese recorrido, hubo y hay muchas personas que no entendieron esa prioridad en mi vida. Me dio y me da igual. Creo que vivimos en un mundo que confunde heroicidades y ojalá las vayamos recolocando, aunque no estoy segura, porque nadie escarmienta en cabeza ajena, que dicen en mi pueblo. Al menos hoy, con esta situación sobrevenida, sabemos que lo importante es hacer el esfuerzo de estar, de miles de maneras y más allá de lo que nos estaban 'vendiendo' en los últimos tiempos las exigencias sociales marcadas por el marketing y la publicidad. Que nos dure mucho tiempo y sepamos seguir estando al lado de los nuestros de miles de maneras.