Estar enamorado es la mejor forma de estar. Estar enamorado es jugar en otra liga. El amor te pilla así, por sorpresa, con la guardia baja, y te hace sentir esas mariposas que te elevan… La vida se ve maravillosa desde allí arriba. Cuando desaparecen, nos alejamos y vuelta a empezar. Otra persona. Las mariposas de nuevo. Y otra vez sentir que se desvanecen…
Todos lo hemos vivido. Ese ciclo repetido hasta que uno llega a una edad en la que el tiempo le ha hecho cobarde, y puede más el miedo a quedarse solo que la emoción de sentirse enamorado. Las mariposas se van, pero ya no huimos. Nos quedamos y nos conformamos con sentirnos vivos a base de domingos por la tarde y de reuniones familiares. Y vivimos en ese estado vegetativo de haber renunciado para siempre a la pasión con mayúsculas. Y aprendemos a ser moderadamente felices.
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