Revista Coaching

¿Estás de verdad muy ocupado?

Por Jofoba @jordifortunybad

Es impresionante cuantas cosas hace la gente ocupada que nadie echaría de menos si no se hicieran.

Os propongo una reflexión a partir de esta contundente frase, extraída del libro The Effective Executive de Peter Drucker. Mejorar nuestra efectividad no solo significa poner orden, o organizarse mejor. Significa tomar decisiones sobre nuestro trabajo, significa procesar las cosas. Procesar no es hacer, es decidir. No lo confundáis. El matiz es importante, porque procesar puede significar decidir no hacer.

Frente una acción determinada: te haces nunca la pregunta de ¿qué pasaría si no lo hago?

Es sorprendente la cantidad de cosas que hacemos por simple rutina, activamos el modo piloto automático y sin cuestionarnos nada, procesamos automáticamente. Suma y sigue en nuestra lista de tareas.

Otras las procesamos mediante las creencias establecidas al respecto de nuestras responsabilidades, debemos hacer lo que toca, no lo que se supone que debemos hacer.

Leía hace poco que definir nuestro trabajo también es parte de nuestro trabajo. Y esto es muy cierto. No podemos omitirlo. Pensar un poco, procesar con cierto espíritu crítico, o innovador si lo preferís, puede conllevar un recorte significativo en nuestras listas tareas pendientes, o como mínimo, significará un incremento en el valor de estas.

Pensar no tanto en lo que hacemos, sino en el como lo hacemos ¿hay otras maneras de hacerlo, dispongo de otras herramientas o recursos?

O tener en cuenta que a veces no es tanto si debemos o no hacerlo, como el cuando debemos hacerlo. Racionalizar el optimismo en los plazos o intenciones también oxigenará nuestras listas de tareas.

Por no hablar de todo lo que hacemos a pesar que ya somos conscientes que podríamos no hacerlo tranquilamente, como revisar cada quince minutos las redes sociales… Éstas tareas teoricamente, son las primeras que deberíamos gestionar. No es raro ver gente superocupada que siempre tiene tiempo para tareas de este tipo. Seamos un poco más consecuentes con lo que hacemos, y en lo que decimos.

Cierto y importante también, que paralelamente a este trabajo individual, debemos cambiar nuestra cultura a la hora de valorar el esfuerzo. Es necesario dar valor a la obtención de resultados y no tanto al nivel de estrés demostrado y las maratones en jornadas laborales. Si no cambiamos esto, favorecemos el sentimiento de culpa si no nos sentimos superocupados y por tanto ponemos en entredicho el valor real de nuestra efectividad.

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