Me topé ayer con un artículo en "laopinióncoruna" con el título " la generación de los antidepresivos".
Siempre llama la atención leer un titular de este estilo, pero no es la primera vez ni mucho menos que leo algo similar y lo triste es que lo que antes parecían casos aislados, se ha convertido en el "pan de cada día". Tanto que ya ni nos impresiona.
Nos dicen que las cifras de consumo de antidepresivos y ansiolíticos se han triplicado, y tan siquiera entendemos lo que significa.
En el artículo, se alerta que el uso se ha disparado debido al "autoconsumo". "La sociedad actual, la del bienestar, tiene poca tolerancia a la frustración, al estrés y como alertan nuestros compañeros de Atención Primaria, mucha gente quiere medicalizar la vida cotidiana"
Y es por esto que cada vez es más frecuente que los pacientes acudan a su médico de cabecera en busca de un fármaco " mágico y rápido " que le permita dar fin a una etapa estresante, a episodios desagradables o a superar el duelo de un ser querido.
Lo cual es un error, pues ante estos episodios, somos nosotros lo que hemos de modificar la actitud o adaptarnos a las circunstancias, y no recurrir a un medicamento, que lo que hace es evadir y no afrontar.
Lo que me ha llamado la atención de este artículo no ha sido sólo que se mencionase el incremento tan brutal de fármacos para tratar la depresión. Sino el que se estén recetando en cantidades masivas a personas que no lo necesitan.
Porque la depresión es un tema muy serio, y su tratamiento es muy necesario y eficaz en ciertos casos, pero en otra gran parte (como afirma el artículo), es dañino y sume a la persona en un estado de dependencia del que difícilmente podrá salir.
- Además, justo después de este artículo, había un vídeo relacionado en la página en el que decía que el consumo de alcohol en los jóvenes incrementaba cada año
Jóvenes y adultos consumiendo sustancias externas para poder sobrellevar el día a día...
No me gusta quejarme de la sociedad actual, pues creo que todos (o casi todos en Occidente) deberíamos de estar agradecidos de vivir en esta época y no en otras épocas anteriores, donde primaba la falta de libertad, de conocimiento y de posibilidades. Pero desde luego en el plano psicológico y social tenemos mucho que hacer.
- Invirtamos el dinero en hacer cosas de forma colectiva,
- Invirtamos el dinero en crear plataformas y centros de reunión,
- Invirtamos el dinero en hacer deporte, en comer bien, en actividades de ocio,
- Invirtamos el dinero en ayudar a otros, pues es de las cosas que más satisfacción da,
- Invirtamos el dinero en causas externas que nos afectarán tarde o temprano a nosotros...(los ataques yihadistas actuales no han surgido de la nada... pero eso para otro capítulo)
¡¡Pero no invirtamos el dinero en pastillas que no necesitamos...!! Para que se forren las farmacéuticas a costa de nuestra tristeza.
Invierte en felicidad y no en no ser infeliz.
No nos aislemos del resto para encerrarnos en nuestras mentes. Al fin y al cabo somos seres sociales, y sin el resto estamos perdidos.