Qué alegres resultaban las fiestas de diciembre cuando sabías que ibas a recibir algún regalo extra como el de la cesta de navidad. ¿Se acuerdan ustedes que felices eran los que lo recibían y cuanta alegría generaba en los miembros de la familia donde recalaba? Hoy eso ya es cosa casi del pasado puesto que en la actualidad, son muy pocos los afortunados que siguen recibiendo este fantástico presente.
En estos días el periódico Canarias 7 (www.canarias7.es) publicaba una noticia en la que podíamos leer que la venta de cestas de navidad para empresas había bajado considerablemente. Un dato al que habría que sumarle el descenso continuado que se viene llevando a cabo desde 2008 cuando prácticamente comenzó la crisis.
Pero algo así es normal que ocurra puesto que una gran cantidad de empresas han cerrado desde entonces y las que no lo han hecho, han recortado hasta tal punto que ni siquiera te dan las felicidades cuando te ven por el pasillo. Y eso sin hablar de la paga de navidad, que también muchos han aprovechado y subiéndose al burro de “no hay dinero” han dicho “arre burro“.
Pero si volvemos a las cestas de navidad, aún recuerdo que maravillosa sensación experimentaba cuando abría aquella caja en el mismo trabajo. Un sinfín de turrones, hasta de yema de huevo (bastante desagradable, todo sea dicho), peladillas por kilos, surtidos ibéricos y pata de jamón, roscones de vino y botellas con licores, alcohol y hasta sidra de la cara, esa de un señor con una gaita. Hoy los pocos que aún tienen la suerte de tener ese presente, son agasajados con una cestita con 2 botellas de las habituales de un minibar, 3 polvorones y eso sí, un buen jamón…cocido de unos 100gr y en lonchas.
Así que aquellos que apelan al espíritu navideño para meterse con los indignados de estas fiestas, que primero piensen en lo que ya no hay o hagan algo para que vuelva porque yo desde que me quitaron la cesta de navidad ya no como ni turrón del duro, ni peladillas, aunque también tiene que ver el que me haya quedado sin dientes…
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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