El fuego continúa consumiendo desde hace 20 días la amazonia y el presiente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha hecho muy poco para combatirlo. Apenas el pasado viernes fue que autorizó en un decreto el envío de miembros de las Fuerzas Armadas para combatir los miles de incendios que afectan hace más de dos semanas al pulmón vegetal del mundo.
El comportamiento de Bolsonaro no debería sorprender al mundo, pues no ha sido un defensor del medio ambiente. En 2018 durante la campaña presidencial, el ultraderchista aseguraba que la política ambiental de Brasil está “sofocando al país” y prometió defender el poderoso sector de la agroindustria, que busca explotar más regiones de la selva para satisfacer la demanda mundial de carne y soya, así lo reseñó en octubre de aquel año el diario The New York Times en un reportaje titulado: El futuro de la Amazonía se juega en las elecciones de Brasil.
Una de las propuestas de Bolsonaro durante la contienda electoral fue eliminar Ministerio del Medioambiente, que se encarga de protegerla, y que lo volvería parte del Ministerio de Agricultura, que tiende a favorecer los intereses de quienes convertirían los bosques tropicales en tierra de cultivo.
De acuerdo con un informe de Reuters, su campaña también ha sugerido que Bolsonaro reduciría las sanciones que se imponen a quienes violan las leyes ambientales, agregó la citada fuente.
Durante su campaña electoral en 2018, Bolsonaro siguiendo los pasos del presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó que Brasil abandonaría el Acuerdo de Paris, un pacto que tiene como fin limitar el incremento global de la temperatura y proteger al medio ambiente.
Tras ser elegido presidente en octubre de 2018 explicó que saldría del acuerdo si no era modificado. Sin embargo, a principios de 2019, en el Foro Económico Mundial de Davos, aseguró que la nación suramericana no lo abandonaría.
El padre de la deforestación
Bolsonaro, quien en reiteradas oportunidades ha manifestado su apoyo al golpista Juan Guaidó, ha promovido la deforestación en Brasil para beneficiar a los ganaderos y al sector agroindustrial.
A comienzo de agosto de este año la organización Greenpeace denunció que la deforestación en Brasil ha aumentado un 40 por ciento en los últimos doce meses y las políticas implementadas por el Gobierno de Bolsonaro están destruyendo el Amazonas, refirió el 2 del del citado mes el portal español Público.
El coordinador de Políticas Públicas de Greenpeace, Márcio Astrini, denunció que “Bolsonaro ha optimizado un proyecto antiambiental en el país, que ha eliminado la capacidad de Brasil para combatir la deforestación y favorece a quienes cometen delitos ambientales”, citó el referido diario.
De acuerdo con las estimaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, desde la llegada de Bolsonaro en enero de este año a la presidencia hasta julio se habían deforestado 2.255 kilómetros cuadrados, un 278% más que en el mismo periodo del año anterior, reflejó el pasado 22 de agosto el portal Radio Televisión Española (RTVE).
Tan solo en junio, cuando empezó la temporada más seca y templada que facilita la tala, la tasa de deforestación aumentó de manera drástica: alrededor de 80 por ciento más pérdidas que en junio de 2018, precisó en julio de este año The New Yor Times.
Agrega la citada fuente que estos aumentos se registran en momentos en que el gobierno de Bolsonaro ha retirado medidas medioambientales como las multas, advertencias y la confiscación o destrucción de equipo ilegal que haya en áreas protegidas.
La deforestación se fomenta con Bolsonaro
Un alto funcionario brasileño del sector medioambiental que habló de forma anónima con la BBC, manifestó que hoy la deforestación directamente “se fomenta”, reseñó el citado medio el pasado 4 de julio.
“No quieren que hablemos porque diremos la verdad, que las áreas de conservación están siendo invadidas y destruidas, hay muchas personas que marcan (para explotación) áreas que deben ser protegidas”, agregó el funcionario.
Recordó la BBC Mundo que el propio Bolsonaro dijo que quiere reducir la legislación que salvaguarda la selva y ha atacado a funcionarios cuyo trabajo es proteger los árboles.
El mes pasado, en una entrevista con BBC Brasil, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, dijo que los dueños de las tierras deberían ser recompensados por la conservación de la selva y que las naciones desarrolladas deberían pagar la factura.
Por su parte, el principal asesor de seguridad del presidente, el general Augusto Heleno Pereira, le dijo a la agencia Bloomberg el mes pasado que era una “tontería” que el Amazonas fuera parte del patrimonio mundial.
“La Amazonía es brasileña, la herencia de Brasil y debe ser tratada por Brasil en beneficio de Brasil“, dijo, agregó la BBC Mundo.
La avaricia de Bolsonaro y su interés por beneficiar a sus amigos empresarios está acabando con el pulmón vegetal del mundo.
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