Revista Cultura y Ocio
Éste es el argumento hercúleo:
El todo tiene una causa o ninguna. Si no tiene causa, no hay un regreso infinito en el orden causal. Si tiene causa, la causa forma o no forma parte del todo. Si forma parte del todo, la causa del todo es superior e inferior al todo. Si no forma parte del todo, el todo no es el todo. Por tanto, el todo no tiene causa y no hay un regreso infinito en el orden causal.
Sin embargo, es una contradicción pretender que la suma de todas las causas es acausal, pues se compone de causas, como lo sería decir que la suma de todos los colores es acromática. Para que el todo no tenga causa debe ser más que la suma de todas las causas. Debe ser la conjunción de lo causado y lo incausado, es decir, de lo real y lo verdadero.
Si el todo es acausal a causa de lo verdadero, lo verdadero forma parte del orden causal del todo como causante incausado. Asimismo, si lo verdadero obra como causa en lo real, lo real es isomorfo a lo verdadero, ya que todas las causas forman parte de una misma cadena. Por lo que es tan cierto que la realidad tiene las propiedades de la verdad, a saber, la congruencia interna, como que la verdad tiene las de la realidad, esto es, la autoconservación y la capacidad de afectar a otros.
De la negación del regreso infinito en las relaciones de dependencia se sigue que la primera verdad es también la causa primera. En otras palabras: si existe una verdad que no procede de ninguna otra verdad, de ella proceden no sólo todas las verdades, sino también toda la realidad.