Revista Opinión
Éste es el PP que sufrimos. Retrato en sepia
Publicado el 22 septiembre 2018 por Rgalmazan @RGAlmazanSólo tres tristes ejemplos de esta semana. Suficientes para demostrarnos cómo es el PP. Ese partido que, con un nuevo presidente, pretende regenerar la vida política. Franquista y corrupto son dos de los adjetivos que más le cuadran.
Pues sí. Unas grabaciones han descubierto que un concejal de Torrelodones quiso hacer chantaje a la alcaldesa. Con amenazas pretendía que la alcaldesa no se volviera a presentar, a cambio de no denunciarla. En tono tranquilo habla de que en su propio partido hay muchos hijoputas, que crecen más que champiñones.
Una vez que las grabaciones han salido a la luz, el concejal chantajista ha tenido que dimitir. Eso sí, antes, desde el PP de Madrid, pretenden hacernos creer que hablaba en nombre propio, cuando es difícil que un concejal hable con esa soltura sin que lo sepan sus superiores. No lo creo, claro que lo más fácil es soltar lastre para evitar más investigaciones. La corrupción sigue campando por sus lares en el PP de la CAM.
Otra ‘divertida historieta’ es la protagonizada por la diputada pepera en la Asamblea de Madrid, Begoña García. La pobre no se ha acordado de lo que es políticamente correcto y ha dicho lo que piensa. Así es que ha llamado a Franco, caudillo –seguro que lo es para ella y para muchos peperos--, en una traición que le ha hecho su corazón a su cerebro (pequeño sin duda). Y se ha reído –yo diría más bien que se ha descojonado— hasta hartarse. Se ve que le ha hecho gracia.
La explicación de que leyó mal lo escrito –dice que en su nota ponía dictador y no caudillo— confirma más lo que de verdad piensa, y francamente si fuera un error de lectura seguro que sería por haber ido a una escuela privada y después haberse sacado un master en la URJC. En fin, el apelativo a esta señora no puede ser otro que franquista. Y la defensa de su partido no es sino otro síntoma de la herencia que tantas veces les produce fervientes referencias para con su “caudillo”.
Por último quiero hablar de Pablo Casado. Y no de la decisión del fiscal de archivar la causa de su master, aunque la cosa tiene guasa y ha dejado a la jueza por mentirosa y él siga sin enseñar sus trabajos que huelen a plagio o a paja insulsa.
Lo que me ha parecido más grave de este personaje esta semana ha sido la defensa que ha hecho de los nuevos líderes europeos de la derecha extrema. Primero, el neonazi Orban, al que los diputados del PP en Europa, al contrario que han hecho la mayoría de sus compañeros en el Grupo Popular Europeo, han votado en contra de iniciar sanciones contra él.
Por cierto, la primera visita de Casado a los líderes europeos ha sido al presidente de Austria, Sebastian Kurz, un xenófobo que ganó las elecciones con un programa de extrema derecha, y que parece ser una referencia para Casado. Como se puede ver se codea con lo mejor de cada casa. Allí ha apoyado las ideas de Kurz sobre los migrantes, como antes hizo con Orban. Esto es, mano dura, cierre de fronteras y sólo paso a las necesidades laborales del país. O sea a futbolistas, millonarios o a los que necesite algún sector económico. ¡Una maravilla! Eso sí, maravilla xenófoba.
Pues bien, una vez allí, en Europa ha saludado a Juncker, el presidente de la Comisión y le ha dicho que España es un desastre con este presidente socialista. Eso se llama hacer patria, ondear la bandera, en definitiva su forma de hacer marca España y de decir: ¡Viva el rey!
Es necesario que nos pongamos las pilas, si este individuo, ayudado por su camarada falangito Rivera, obtiene resultados que le permitan gobernar, me río yo de Salvini, Kurz, Orban y, como no, del mayor ejemplo para Casado: Donald Trump. ¡Lo tenemos claro!
Salud y República