Los humanos somos seres sociales, no tenemos la capacidad de ser autónomos. Necesitamos interactuar con nuestro entorno, con las demás personas, con los animales, plantas, incluso objetos. Es por ello paradójico que con frecuencia las historia nos brinde ejemplos de como los seres humanos alcanzaron a descubrir e inventar cosas asombrosas, o crear piezas sublimes de cualquier tipo de arte, mientras trabajaban incansable y solitariamente. Pero incluso, en esos casos también necesitaron interactuar con otras personas, quizás no al momento de trabajar y crear, pero si al momento de desenvolverse en la vida, al momento de recibir enseñanzas de un maestro, al encontrar satisfacción en la receptividad del público, al conversar con amigos cercanos… y ni hablar de la actualidad y el engranaje de consumismo de nuestras sociedades donde todos necesitamos de todos para acceder a lo que queremos y más aún, a los que nos hace falta.
Sin embargo, no deberíamos fiarnos de esta verdad y asimilarla como ley de vida. La plenitud se alcanza por medio del equilibrio, y si algo nos da a entender el equilibro es que no todo es completamente bueno, ni completamente malo.
Entendamos primeramente que las relaciones sociales se basan en la coordialidad y el sentido de la amistad, no en el despotismo y el atropello de unos sobre otros; pese a que algunas visiones de como alcanzar el éxito relativo en el mundo moderno exponga lo contrario.
El reconocimiento del mal en las otras personas y en uno mismo, hará que todo sea más sencillo. Si quieres llegar a alcanzar una meta debes rodearte de personas constantes y leales, que correspondan tu amistad con la fidelidad de un compañero, cuyo lazo y compromiso contigo le impida pensar en abandonarte si te encuntras en peligro de cualquier tipo, ya sea en el trabajo, la escuela, el hogar o cualquier otro sitio. Si es cierto que la compañía y la interacción son necesarias, pero más aún es necesaria la amistad recíproca y la fidelidad ¿y por que digo esto? Pues porque el abandono en el que un ser humano puede adentrarse a si mismo es infinito… Un lugar de velas, santos y dolor en donde sólo es conveniente estar en esos minutos que te inspiran a salir de nuevo e impactar el mundo externo con lo que llevas dentro de ti.
No hay nada que pueda resultar tan trágico para una persona que el sentirse rechazada, el pensar que las cosas pudieron ser de otra manera y que en el fondo, merece las cosas malas que le están sucediendo. Al parecer, en las pocas décadas que vivimos no nos alcanza el tiempo para comprender que somos crudamente capaces de inflingir daños profundos en otros seres que sienten y piensan de la misma forma que nosotros.
Todos buscamos exaltar nuestras diferencias en forma de virtudes, y está bien, pero es probable que nos estemos olvidando de que lo más precioso que tenemos no es el ser diferentes, sino ser similares y es precisamente eso lo que no entienden quines aprovechan la confianza y la amistad para defraudar en el momento menos adecuado.
Así que cuidate de quien pueda abandonarte cuando necesites ayuda, pero si ya te sientes aislado recuerda que es tu momento de recolectar todo aquello que te duele y usarlo como inspiración y método para llegar a la escencia del alma humana.