Revista Cultura y Ocio
No consigue quitárselo de la cabeza. Ayer por fin le habló. Tantos y tantos días mirándolo cuando subía al tren en la estación de Atocha. Tantos y tantos días observándolo sin que él se diera cuenta, mirando su boca perfecta, sus manos grandes de dedos largos, y sus ojos, sus ojos de un color azul tan intenso que daba miedo mirarlos. Siempre con un libro entre las manos que abría con parsimonia y se ponía a leer. A veces sentía que él también la miraba y sus ojos se mantenían unidos un breve instante. Ayer la suerte estuvo de su parte, un sitio quedó libre enfrente de ella y él se sentó. Sus rodillas chocaron y a ella se le cayó el libro al suelo. Él lo recogió y le sonrió con esa boca que tantas noches ella había soñado besar. La casualidad quiso que los dos estuvieran leyendo "A tres metros sobre el cielo" y ambos se echaran a reír. Así comenzaron a hablar hasta que ella se tuvo que bajar y casi fue levitando hasta su trabajo. Pero hoy no puede ir a trabajar, se ha despertado con mucha fiebre y ha pasado la noche vomitando. Lo primero que piensa es que no podrá verlo por lo menos hasta el lunes pero entonces escucha las noticias en la radio y algo se rompe en su interior. Ha habido una explosión en la estación de Atocha. Son las 7:40 de la mañana, la hora en que él siempre coge el tren. Las noticias son atropelladas y confusas pero sin duda ha sido un atentado terrorista y hay muchos muertos y heridos. El corazón le da un vuelco y entre la fiebre y la angustia no para de pensar en que él estará allí. Y piensa que nunca más volverá a verlo. En ese día y en los sucesivos permanece atenta a la televisión, a la radio, a los periódicos, a internet...solo para ver si hay fotos de los muertos o de los supervivientes. El pesimismo se apodera de ella y siente que su historia de amor se ha terminado aún antes de empezar. Y entonces lo ve en televisión. Un periodista lo está entrevistando mientras él cuenta cómo se salvó milagrosamente aunque todos a su alrededor estaban muertos. Y ella llora, llora por todas las personas que han muerto en ese atentado, pero llora también de felicidad al comprobar que su amor está vivo, y que su historia recién empezada puede continuar.Puedes leer más historias en el blog de Alfredo LA PLAZA DEL DIAMANTE
Gracias por tu regalo Alfredo!