Revista Educación

Este no es mi pueblo

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Este no es mi pueblo

Hoy estoy, como dirían algunos modernos, down. Lo que está ocurriendo en Canarias con los inmigrantes me tiene hablando sola desde hace muchos días y estoy cansada ya hasta de mi voz. No les voy a compartir enlaces a ningún medio de comunicación, y no es que censure las informaciones que relatan las malas condiciones de los inmigrantes en las instalaciones, por llamarlas de alguna forma, que el Estado ha colocado en Las Raíces, en Tenerife, sino porque no quiero darle voz ni vista a la mayoría de comentarios que han dejado escritos muchos, casi todos desde el anonimato. Ese no es mi pueblo. Estoy cansada de racismo. De los mismos argumentos vacíos y recurrentes que provienen de mentes que no le dan ni una sola vuelta al tema, que no escuchan, que no quieren saber. El miedo campa a sus anchas y el dinero se frota las manos mientras divide y vence. Ninguno de nosotros eligió dónde nacer, un detalle que afecta toda nuestra vida, la educación, la salud, las expectativas. Me hace gracia quienes hablan de efecto llamada si se trata bien a los emigrantes, y se les deja seguir su viaje (algunos de ellos tienen familiares y amigos reclamándolos desde otros países). Miren, no hay mayor efecto llamada que el fútbol, que la publicidad, que el capitalismo. En casi cualquier rincón de África se pueden encontrar camisetas de los dos equipos más conocidos de nuestro país. Y quienes las visten sueñan con viajar, con triunfar en el fútbol y ser ricos como muestran los programas de televisión en las antenas que poblaban las azoteas, antes, o en las redes sociales, hoy en día.

Y llegados al tema de las nuevas tecnologías, para quienes critican que los emigrantes vengan con móvil, les pregunto, si ellos emprendieran un viaje semejante, si no llevarían consigo un medio de avisar del peligro o de encontrar ayuda. La posibilidad de conectarse a wifi en los centros en los que los internan tiene sentido porque es la única forma de que contacten con los suyos, de que busquen información sobre los derechos que les asisean o de que se comuniquen con el exterior.

Así que no, mi pueblo no es el que lanza odio en los comentarios por redes sociales y páginas web. Mi gente es esa mayoría silenciosa a la que se le encoje el estómago cuando escucha que llegaron nuevas pateras, que seres humanos quedaron en el mar, que esa niña perdió a su hermano en la travesía, que hoy llegó un niño solo. Y llegados a este punto les recomiendo que vean la película Adú, que tantas nominaciones a los Goya ha conseguido, y que luego busquen en sus móviles la historia real en la que se basa. El que no intentara huir de la violencia, la miseria y la falta de oportunidades que tire la primera piedra.

Este no es mi pueblo


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