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Son programas muy resultones, que todas las cadenas buscan, por supuesto, pero ante los que siempre me pregunto lo mismo: ¿qué pasaría si lo presentara otro? ¿seguirían siendo un éxito? En la mayoría de los casos la respuesta es sí, y, claro, ahí es cuando mentalmente hago un corte entre programa de éxito y fenómeno televisivo. El que tiene las dos etiquetas es un crac. El que hace un programa bueno y, además, es imprescindible ya ha captado mi atención, bastante desgastada por cierto después de tantos años. Una vez, hablando con un directivo sobre un programa que era un pelotazo, me soltó: "Este programa es tan bueno que lo podría presentar la cabra de la Legión". Me sonó como un mazazo para todos los del reducido y sufrido gremio de presentadores humanos. No pude dejar de imaginarme a la dichosa cabra en mitad del plató, mascando unos matojos, ajena a todo lo que iba sucediendo a su alrededor. Pensé: ¿esto es lo que me espera? ¿Acabaremos siendo ganado en un campo de píxeles, música, aplausos y ruido? ¿De verdad que se ha perdido toda esperanza en la autoría, en las habilidades de una persona para captar la atención a través de la pantalla? Quiero pensar que no, que entre el gusto y el consumo adocenado de la televisión todavía queda sitio para la gente especial.
Andreu Buenafuente Humorista, Presentador y Productor español