Esteban de la Foz, exponente de la abstracción pictórica. influido por las pinturas francesa y alemana, era un ejemplo de artista autodidacta y, sin embargo, fue un continuo referente y fundamento para los artistas cántabros de sucesivas generaciones. Ayer, tras conocerse su muerte, personalidades del mundo del arte como Salvador Carretero, director del Museo de Bellas Artes de Santander -institución que le dedicó una gran muestra homenaje en 1993-; el galerista Fernando Zamanillo y el también artista Eduardo Gruber, entre otros, coincidieron en alabar la coherencia y la actitud creativa de De la Foz. Un maestro de amplio recorrido, cuya extensa e intensa trayectoria pictórica, desde la figuración de corte expresionista hasta su incorporación a las corrientes del arte abstracto, estuvo marcada por la independencia y libertad creativas.
Su actitud crítica, en lo social y artístico, y su autenticidad determinan una obra ensalzada por la sinceridad, elegante profundidad y meditación de su labor pictórica. Otra coincidente impresión -subrayada ayer- hace referencia al valor permanente de su creación como señal y guía para muchos otros pintores.
Esteban de la Foz, influido en sus inicios por Velázquez, Goya y, sobre todo, por el descubrimiento que supuso en su quehacer la obra de Pancho Cossío, nunca fue un pintor mediático. Reflexivo, disciplinado, de creación pura y esencial, su trabajo creció más hacia dentro de la propia obra y evolucionó ajeno a los ambientes artísticos. Sus viajes y estancias temporales en Alemania o en París, por ejemplo, facilitaron esos vínculos distantes y su querencia por una soledad meditativa.
En los noventa, última etapa de su labor, curiosamente su pintura volvió a ser llamada de atención en propuestas colectivas, ferias como ARCO y exposiciones de revisión o incluso de presentación de nuevas obras, caso de las realizadas por la galería santanderina Cervantes de la mano de Francisco Revilla, o la presencia en el proyecto ‘El puente de la visión’ que confrontó su pintura con la de los jóvenes.
De la Foz realizó su primera exposición en 1954 en la histórica galería Sur de Manuel Arce. En busca de perfeccionamiento técnico se trasladó a París, donde estudió en el taller de La Grande Chaumièrez y en L’Ecole du Louvre, y recibió una beca del Ministerio de Educación español y otra del francés como residente de la Ciudad Universitaria de París. El artista, que vivió el cruce estilístico del París postvanguardista, siguió desplegando hasta el presente una poderosa gama de recursos que se materializaba en paisajes de naturaleza abstracta, expresionista, siempre entre la serenidad y la elegante profundidad.
Su primera etapa artística se desarrolló entre 1954 y 1960 dentro de la mencionada figuración expresionista, en la que fueron protagonistas ‘el paisaje urbano, el bodegón y el retrato subjetivo’ en composiciones bien estructuradas y con un sustrato cubista. Su inquieta evolución y su querencia por toda ruptura se plasmó en su constante ligazón con el universo abstracto y se intelectualizó, más adelante, para intentar reflejar la problemática humana. De este periodo, los biógrafos aluden a sus ‘construcciones sobre tabla con colorido sobrio y pigmentos densos y pulidamente erosionados’.
Una tendencia que permanece de modo coherente hasta su última exposición, incorporando ocasionalmente ‘fragmentos tridimensionales a modo de collage’, y manteniendo invariable su investigación y exploración en torno a la pintura. En los 80, la evolución de su obra discurrió en lo público en paralelo a la existencia de las galerías Trazos 2 y Trazos Tres de Manuel Pérez.
La trayectoria expositiva individual y colectiva de este maestro, además de su ciudad natal, discurre por ciudades como Madrid, Barcelona, Valladolid, Tarragona, León, Oviedo, Salamanca, Segovia y Murcia y en urbes europeas, caso de Hannover, Hamburgo, París, Londres o Praga, entre otras.
Colecciones y museos nacionales e internacionales, entre ellos la pinacoteca de la calle Rubio, poseen obra del pintor santanderino. Desde los años cincuenta hasta comienzos de esta década, asimismo, su obra estuvo presente en numerosas exposiciones colectivas y su creación quedó representada en bienales y ferias como ARCO, desde su apertura en 1982 hasta 2003, ésta última en el stand institucional de Cantabria.
Fuente:DM
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