Revista Cocina

Estereotipos

Por Dolega @blogdedolega

Mejillones en Escabeche

Dentro de los estereotipos que se nos adjudican a las mujeres está el de decir una cosa, cuando realmente queremos decir otra.

No dudo que habrá muchas mujeres y hombres, que hagan de ese juego psicológico una de sus diversiones favoritas, pero puedo asegurar que no es mi caso.

Si digo sí es porque estoy segura de que es sí, así sin paliativos ni tonterías, pero los tópicos muchas veces pesan más que las afirmaciones, que los gritos e incluso más que los tacos.

Vamos, que el tema es que muchas veces la cosa no es que digamos una cosa y queramos otra, es que por narices tenemos que querer eso que nos ofrecen.

¿Y por qué les cuento todo esto?

El Consorte está de viaje en Sevilla, preciosa ciudad a la que va con bastante frecuencia en viaje de trabajo y en la que se hospeda en un hotelito del centro a dos manzanas de su tienda favorita, en la que compra aceitunas aliñadas de diversas formas, que le encantan, vermut de grifo que le apasiona y unas latas de mejillones en escabeche tamaños XXXL que hay que comerlos con cuchillo y tenedor de lo grandes que son Y QUE NO LE GUSTAN, porque a la que le gustan es a mí.

De nada valen treinta y muchos años de matrimonio, el conocimiento absoluto de tu pareja y su mala leche, ni el que se te haya adelantado y te advierta por activa y por pasiva en los últimos viajes  que NO QUIERE MEJILLONES  .

Da lo mismo, porque como las mujeres cuando decimos que no, es que queremos decir que si, pues tú te pasas por el forro de tus caprichos el NO y traes los mejillones como toda la vida, porque aunque te hayan dicho que esta vez no quería, seguro que es para vacilarte y tú no te dejas vacilar tan fácilmente.

Pasa el tiempo y las latas duermen el sueño de los justos en una balda de la alacena y claro, te pasas dos meses intentando averiguar por qué no se consumen las conservas que tú tan astutamente has traído bajo el razonamiento de que un no, es un sí.

Cada vez que  te dice que no quería más mejillones porque las latas son de medio kilo y cuando abre una le puede dar de comer a medio pueblo y que ha llegado al punto en que necesita unos cinco ó seis años sin probarlos para poder volver a pillarles el gustillo, tú debes interpretar que es una experta jugando al despiste y que lo que ocurre es que está preparando una feria del mejillón a tus espaldas y por eso guarda las latas que te dice que no quiere, pero que en realidad atesora con miras al festival del marisco y a una orgía de gula en solitario.

Así, que para estar totalmente seguro de que no se te pueda acusar de que no sabes interpretar las sutiles señales de tu pareja, te traes tres latas más de los sabrosos mejillones en escabeche.

Cuando Dolega se pone en modo asesinato es una borde y una desconsiderada porque no valora el que su marido, profundo observador de la verdadera psiquis femenina, sepa a ciencia cierta que ella quiere los putos mejillones en escabeche.

Da igual las palabras que salgan de su boca. Ella quiere los malditos moluscos, porque siempre le han gustado mucho y no hay ninguna razón convincente para ahora los aborrezca.

Esto no sería mayor problema, sino fuera porque la que te dijo que NO quería los mejillones, pero que según tú  quería decir que SI quería los mejillones, se los comerá por no escucharte una vez al mes

- “A ver cuando te comes los mejillones que te traigo, porque las latas son grandes y abultan un montón”

A los fans de la psicología inversa les comunico que lo de “ahhh si, los mejillones que tanto me gustan, tráeme please”, ya lo he probado.

Esa vez trajo más que ahora…

 


Volver a la Portada de Logo Paperblog