Revista Coaching
El otro día hablaba con una persona a la que valoro mucho. Estábamos conversando cuando de pronto me di cuenta de que algo me molestaba. No era lo que me decía sino cómo lo hacía. Me sentí como si en lugar de estar en una conversación entre adultos, hubiera retrocedido 20 años atrás cuando era tratada con condescendencia, y mi manera de hacer las cosas era cuestionada. Hay personas con las que parece que uno nunca vaya a tener edad suficiente…
Uno de los problemas a la hora de relacionarse con los demás es la falta de capacidad para ver a la otra persona como un individuo único con su propia historia única. En ocasiones ocurre que las personas tienen una imagen creadadel otro y lo miran, valoran y juzgan bajo la lente del estereotipo. Es en esos momentos cuando pueden darse los malentendidos en la relación, cuando en lugar de ver al otro como un ser único nos relacionamos con su rol. Esto se debe a que lo que hace o dice la persona estereotipada se interpreta en función del rol que ocupa en el sistema (empresa, familia, etc.). ¿Quién no se ha sorprendido en una cena de empresa en la que aquel que habías catalogado como el aburrido contable resulta ser el más divertido del grupo?
¿Qué es un estereotipo? Se trata de una imagen simplificada y estática sobre las características y rasgos de las personas. Ejemplos hay varios, como aquellos tópicos tipo la suegra metomentodo, la vecina cotilla, los hombres son fuertes, etc. Pero también es un estereotipo el molde en el que se encasilla a alguien en función de cómo uno piense que debe ser la otra persona. Así, por ejemplo, quizá alguien piense que ese compañero tan simpático y alegre, el que siempre se muestra tan dicharachero,no tiene ni preocupaciones ni problemas. ¿Cómo puedes estar tan segur@? ¿Qué sabes de su día a día?
El problema de los estereotipos en las relaciones interpersonales es que condicionan la actitud hacia los demás, nos llenan de prejuicios o nos dan una imagen positiva del otro. En ambos casos, sin contrastar nuestra predisposición a tratar a los demás de una cierta manera con la realidad de cómo son, cuáles son sus inquietudes o sin conocer realmente cuál es su historia.
Puede que en algún momento a causa de la relación con otra persona hayas sentido que nunca vas a tener la edad suficiente, la madurez necesaria, la experiencia adecuada o que nunca haces las cosas de la manera correcta (entiéndase “correcta” según la valoración de los demás). O puede que ahora te des cuenta de lo poco que conoces a esa persona y que la has valorado en función de su rol, juzgando e interpretando lo que hace o dice según el estereotipo en el que lo hayas metido.
Superar los límites de los estereotipos no es fácil, pero es necesario si pretendes mejorar una relación. Será todo un reto darse cuenta de las propias ideas preconcebidas, superarlas y aprender a relacionarnos con las personas por lo que realmente son y no por lo que nosotros nos pensamos que son. Si conseguimos conocer al otro, su realidad y su historia, nos será más fácil interpretar sus palabras y sus acciones de manera que esos odiosos malentendidos dejen de mermar la calidad de la relación.