Gran parte de las pieles que actualmente se comercializan provienen de países de economías emergentes en las que no se cumplen ni las más mínimas normas en el tratamiento de los animales. Se les golpea y se les arranca la piel cuando aún no han muerto porque se desprende mejor que cuando ya son cadáveres. Para quien no lo crea, basta con buscar en la Red. Encontrará fotos y videos que lo atestiguan. Hay que armarse de mucho valor para verlos. Los criaderos chinos han inundado el mercado mundial con sus pieles de perros, gatos, zorros y mapaches a bajo precio. Las encontramos en prendas de moda juvenil y hasta en objetos decorativos que, con ironía macabra, representan alegres perrillos y gatitos felices. Pero las granjas peleteras del mundo desarrollado no son mucho más humanitarias: matan con electrocución anal o genital para no dañar el producto, con lo que la muerte es muy dolorosa porque no se produce con previa pérdida de conciencia. Se usan 20 zorros, 60 conejos, 70 visones y entre 120 a 300 chinchillas para hacer un solo abrigo.
Quiero expresar mi admiración por todas las personas que aguantaron el frío y la lluvia, desnudas en la calle, durante casi media hora, en Madrid y Barcelona, en las performances que tuvieron lugar en este mes para denunciar lo que se esconde tras los abrigos de piel: una historia para no dormir.
Mi felicitación también por haberlo hecho en igualdad, sin desnudar sólo a las mujeres como se ha hecho en otras campañas que tenían la misma finalidad. Jóvenes de ambos sexos fueron aquí objeto de la mirada de los transeúntes asombrados.
Cierro esta entrada con dos lemas que nos recordaba la portavoz de los que participaron en la protesta de Madrid: “Los animales necesitan su piel, tú no”, “La crueldad no es elegante”. Para ver más fotos del periódico Público sobre esta protesta, picar aquí
Fuente: Blog Alicia Puleo