Me siento engañada y envejecida. Así de claro lo digo y os lo voy a explicar.
Resulta que vi el otro día un tuit sobre la próxima publicación de una novela cuya protagonista es “Esther y su mundo”. Me emocioné y corrí a Amazon (San Amazon) a comprarlo, en papel, nada de e-book porque traía ilustraciones y lo quería guardar como recuerdo. Bueno, como habrá quien no sepa de que hablo, antes de seguir con mi indignación os voy a poner en antecedentes.
Cuando yo era niña (muy niña, recordar este dato para más adelante) ya era lectora empedernida y leía sobre todo tebeos. Me encantaban, me los aprendía de memoria. Dentro de los tebeos mi preferido (con mucha diferencia) era el Lily. A ver, era niña lectora pero también cursi y femenina desde temprana edad. Me encantaba. Esperaba el sábado para comprarlo con una ilusión enorme.
Y con Bosé en la portada. El no va más.
Dentro del Lily había una serie que era la que más me tenía enganchada: “Esther y su mundo”. Era la historia de una chavalita adolescente (recordar, yo era niña pequeña y ella era adolescente) que vivía en Londres (que también ya de pequeña era yo muy british) y tenía una amiga, un novio, en fin… lo propio de la adolescencia.
Estaba enganchada, porque era de esas historias que acababan con un “Continuará” y ahí estaba yo esperando que llegara el siguiente sábado a ver qué pasaba con la chavalita.
Hubo un episodio que provocó que pasara una noche entera llorando en silencio en mi litera. Esther fue víctima de una traición: su mejor amiga (Rita) se enrolló con Juanito (el novio de Esther) en su propia cara. Lo pasé muy mal, de aquellas (tenía DIEZ años) no comprendía que alguien pudiera hacer algo así y sufrí muchiiiiisimo. Luego ya aprendí que eso era algo muy probable en las relaciones, pero eso es otra historia.
Cómo podéis ver la cuestión de “Esther y su mundo” es trascendental es mi infancia. De ahí que ahora paso a contaros lo que ha provocado mi indignación.
Llego a tener hasta tebeo propio. Era lo más.
El caso es que me llegó el libro de Amazon (tan eficaces como siempre) y me senté a leer emocionada a ver que le había pasado a la criatura en todos estos años.
Título de la novela: “Esther y su mundo cumple cuarenta años” . ¿Cuarenta? No me salían las cuentas, pero pensé: “A lo mejor empieza años atrás (muchos años) hasta llegar al presente.. igual.. no sé”.
Ni mijita (es que soy andaluza, por muy british que me sienta y me salen estas expresiones). Resulta que el libro es en época actual (ahora) y empieza diciendo: “El próximo domingo cumplo cuarenta años”. Esther, guapita, no te quites años.
Estoy sensible con el tema de los años, que ya os lo contaré la semana que viene que de momento no lo quiero mencionar, pero …. Hija mía. Esther, mona, si tú ya debes andar cerca de los sesenta (que por otra parte es muy buena edad, que luego me lee mi prima mayor y se indigna).
¿¿CUARENTA?? y como es un dibujo tiene la misma cara, ni una arruga.
Bueno, pues eso es lo que ha provocado mi indignación, ni más ni menos. Porque me da coraje que de un tiempo a esta parte todo el mundo tiene menos años que yo (y mienten) y porque no me quiero quitar años, que son los que he vivido y no me da la gana.
En cuanto al libro… pues nada. Esther además de quitarse años es medio tonta, no ha madurado mucho que digamos y la historia que cuenta no tiene mucha sustancia. Encima la dibujan con la misma cara que hace pitimil años y no es creible. En resumen: que las cosas de la infancia se deben quedar ahí y nosotras debemos seguir evolucionando, no como la tonta de Esther.
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