Aún había franquismo. Unos cincuenta estudiantes de Náutica en la Escuela de La Coruña se encerraron en un salón en protesta por algún olvidado motivo y el director no llamó a la policía sino a los estibadores del puerto.
Aparecieron unas veinte moles humanas “que vaya tormenta de palos nos dieron”, recordaban en una reunión de excompañeros algunos descalabrados.
Los hijos o nietos de aquellas fuerzas de choque del régimen, porque los trabajos de estiba se heredan, pueden provocarle un daño inmenso a la economía española. Y ya no necesitan ser moles, solo manejar telemandos de grúas.
Cobran un mínimo de 60.000 euros anuales, les es fácil superar los 100.000, y sus representantes imponen un numerus clausus para mantener los derechos del todavía superviviente sindicato vertical falangista.
Lo asombroso es que el PSOE y sobre todo el ahora liberal Ciudadanos se enfrenten al Gobierno y a la Unión Europea en defensa de este colectivo.
Aunque Rajoy fuera comunista o similar como el griego Alexis Tsipras, el hermano político del líder podemita Pablo Manuel Iglesias Turrión, tendría que obedecer a Bruselas y abrir la estiba a la competencia de empresas no sometidas a ese sindicato, al que además ya le han prometido que les mantendrán muchas de sus prebendas.
Pero ellos quieren ir contra la historia y el comercio nacional e internacional, sabiendo que de los puertos depende el 20 por ciento de la economía española.
Están haciendo huelgas no declaradas con trabajo lento, y amenazan con otras salvajes que pueden semiparalizar el país.
Los estibadores son el único falangismo que nadie se atrevió a desmantelar en democracia. Su lema: “Por nuestros padres, por nuestros hijos”. Heredaron los puestos y quieren dejárselos a sus herederos.
De Podemos o los separatistas se da por hecho que los apoyan porque cuanto peor, mejor; pero que dañen a España PSOE y Ciudadanos sólo por humillar al PP…, piense usted lo que le parece eso.
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SALAS