Pintura realista de Jean-François Millet.
El empleado como embajador del modelo de negocio
Dos acepciones para designar el mismo elemento en contextos diferentes. Si bien el empleado es un recurso lingüístico que se usa para hablar de la persona que realiza una tarea concreta en función de las órdenes que recibe y por la cual, le pagas, un embajador es un concepto que requiere abrir la percepción de, la misma tarea, a espacios donde las órdenes deben tomar vida propia para poder adaptarlas a situaciones fáciles y difíciles. Tarea que exige que este trabajador posea todas las cualidades necesarias para dar solución creativa inmediata ante cualquier crisis, sin perjudicar los intereses que ha de defender. Mientras que el concepto de empleado sigue estimándose para la ejecución precisa de órdenes dispares, el embajador ha de ejecutar órdenes de forma creativa exigiéndose de ellos, la capacidad de dar soluciones, unificando direcciones diametralmente opuestas para satisfacer los intereses de las personas implicadas. Si bien, un empleado debe asumir la mecanicidad para la ejecución de sus tareas, un embajador, debe asumir su tarea como un núcleo que estará expuesto a millones de interferencias que obligan a ejecutar la acción en pleno movimiento.
Si estimas la complejidad de la tarea que ha de ejecutar cualquier empleado que realice su tarea en cualquier punto de encuentro, la gestión y puesta en marcha de la estructura necesaria y precisa para moverse sin peligro por los caminos que trae la construcción de una Imagen de Marcas, estimarás, sin dudarlo, el valor que cada uno de estos empleados tendrá para el desarrollo con éxito de la Reputación que buscas generando Cultura de Marca.
Mientras tu gestionas y buscas grupos de interés, es tu empleado el que realiza, distribuye, gestiona y termina relacionando el producto y los servicios con todos los clientes. Si el empleado o proveedor que realiza el producto solo busca el beneficio económico, toda la estructura asume el mismo objetivo olvidando el placer de crear transmitiendo belleza algo realmente útil.
Si por toda la estructura corre la savia que solo hace brotar el beneficio económico, no se logrará hacer crecer un Valor Funcional óptimo y adaptado a las necesidades de un mercado, cada vez más parcelado en intereses, no se logrará generar un Valor Emocional adecuado porque no se conseguirá establecer la vinculación correcta que debe trasladar belleza al producto, los servicios, los espacios de realización, de distribución y de relación con el cliente. Y no se logrará inflar el Valor de Responsabilidad Social Corporativa correcto porque no hay valor que se mueva en dirección solo hacia el beneficio que vincule y que aporte la sensación de utilidad.
Creer que decir que haces, equivale a hacerlo, es la equivocación más común que comete la Imagen Corporativa y ésta, no puede seguir parcelando para encontrar grupos de interés si antes no empieza a ser consciente de que los grupos de interés, en realidad, en estos momentos, no admiten más discursos bellos, seductores y repetitivos que trasladen incoherencia al ejecutar acción.
El discurso más perfecto jamás estructurado no tiene ningún valor cuando el público puede contemplar que no se corresponde con el hacer y el hacer, irremediablemente, recae en manos de los empleados, aquellos, a los que hace tiempo que se les restó el valor y que podrían haber encumbrado el modelo de negocio al estrellato del mercado. Si la Imagen Corporativa lucha por decir, la Imagen de Marca lucha por hacer mejor las cosas y de forma manifiesta es la Imagen corporativa la que desestima completamente el valor del empleado porque solo confía en el poder seductor de su discurso, eligiendo empleados capaces solo en el arte de repetir mecánicamente la propuesta, mientras que el modelo de negocio que pide a gritos ahora el mercado, estima que en todos los puntos de encuentro y de relación con el cliente se deben generar un Valor Funcional, un Valor Emocional y un Valor de Responsabilidad Social Corporativa perfectos para obtener la Reputación que permita ser considerado un miembro influyente de una comunidad, que vive ya en la era de la información y todo esto, solo es posible lograrlo a través de las manos de aquel que hace y con su hacer, confirma el bello discurso que elaboró la Imagen Corporativa.