La sociedad en que vivimos esta inmersa en una nueva era que está marcando a paso firme la desaparición del extraño binomio que hemos creado, persona-profesional. La idea socialmente establecida en la que hemos crecido y vivido durante décadas de una separación casi radical entre lo que nos define como personas y el trabajo desarrollado, está en clara tendencia a desaparecer. Estamos dejando de ser los autómatas que desarrollan mecánicamente su labor en el lugar de trabajo, para salir de la burbuja virtual y exigir el desarrollo de nuestras capacidades al servicio de nuestro trabajo, para un mejor y mayor rendimiento y con la mira puesta en el objetivo de romper esa extraña creación artificial, persona y profesional, por que a fin de cuentas ¿existe tal diferencia?, las respuestas que aporta el coaching a este dilema van siempre enfocadas en la misma dirección la persona es un profesional y el profesional una persona, así pues estamos hechos de muchas pequeñas partes y todas ellas nos definen como seres humanos.
Uno de los problemas principales del que adolece el mercado laboral es precisamente la separación casi dogmática de este binomio que llevan a pies juntillas con sus empleados una vez ingresan en plantilla, "haz de accionar mecánicamente como un auténtico profesional, experto de tal o cual materia, las cuestiones personales quedan para puertas afuera". Ante tales argumentos poco o más bien mucho queda por hacer, según sea el punto de vista de cada quien. Para que exista un profesional es necesaria una persona la cual ha adquirido su experiencia por formación académica junto a compañeros con aporte de vivencias y emociones que asientan ese aprendizaje y por práctica profesional de experiencias buenas y malas, que también contienen su componente físico y emocional. Teniendo en cuenta estas premisas parece mejor dejar de separar persona y profesional y juntarlos pues son lo mismo, y la unión de ambos posibilitando el desarrollo pleno de cada individuo permitiendo poner en práctica, investigando y expandiendo sus capacidades aportándose grandes beneficios a sí mismo y a su trabajo.
La creación y diseño de programas de coaching para empresas, se convierte en una herramienta indispensable en tiempos en los que se premia el potencial creativo y donde los gustos de los consumidores cambian a velocidad del rayo. Las herramientas que usábamos ayer hoy están absolutamente desfasadas resultando ofensivas para los consumidores, los cuales cada vez tienen más poder de elección y decisión de lo que quieren y tal cual lo exigen. Es papel de las empresas si lo que desean es pasar a marcas, tener empleados que en vez de poner una sonrisa diplomática que esconde la inoperancia ante un cliente insatisfecho, tiendan la mano a ese cliente para solicitarle que le ayude a buscar la solución a su problema. Empleados que sean personas creativas que puedan sentirse libres, dentro de la estructura dictada por la empresa, de poder tomar decisiones en beneficio de la Imagen de la marca.
En los talleres de coaching empresarial el empleado hace uso de sus emociones, su cuerpo y su mente, para desarrollar sus capacidades y poner sus aptitudes personales al servicio y mejora de la marca.