En ocasiones es necesario trabajar la estimulación del lenguaje de los niños para que su aprendizaje sea el más adecuado. La logopeda Clara Trives explica cómo se debe hacer.
U día e lobo zeró izo punpun y el cedito gaaande no abió la pueta (…)”
Dani explica el cuento de los tres cerditos a su madre mientras preparan la cena.
Se están comunicando a través del lenguaje. Y su mamá puede desempeñar aquí un papel fundamental. ¿Cómo podremos mejorar la estimulación del lenguaje de nuestros pequeños?
Por un lado, deberíamos reflexionar sobre los hábitos no saludables, como el uso prolongado del chupete, del biberón o la succión digital. Muchas de las veces el motivo de demanda de la estimulación del lenguaje es por una mala articulación de las palabras causado por estas rutinas. No caemos en que el paladar y la lengua necesitan de una relación “más estrecha” sin tabiques entre medio para madurar correctamente.
Por otro, deberíamos tener en cuenta el lenguaje no verbal, aquel que mediante gestos, sonrisas y posición corporal recibimos información que traducimos al instante. Un código rápido que hasta podemos incluir en las conversaciones del móvil para ahorrarnos una larga frase tan sólo con una carita feliz.
Y finalmente llegaríamos al lenguaje verbal. Partiendo de la base que somos modelos y que los niños reproducen patrones de los mayores tendremos la responsabilidad de trasladar lo mejor que podamos la “cajita del lenguaje”. No basta poner la tele a nuestro pequeño para que aprenda un idioma a través de dibujos multicolor; no nos aseguramos que comprenda, sólo que recibe información o inputs visuales.
Tampoco es suficiente que leamos cuentos repetidas veces de forma mecánica y lineal y sin esperar reacción por parte del niño. Por eso es tan importante el feedback, la interrelación entre emisor y receptor, independientemente del canal que usemos.
Qué hacer para estimular el lenguaje
Es vital conseguir la estimulación del lenguaje mirando al pequeño cuando hablemos y asegurándonos que éste también lo hace y sobretodo, hacerle notar que aquello que contamos y lo que él dice es valioso para nosotros. Además se irá fijando en el modo en que ponemos los labios, la lengua, el movimiento de la boca…
En la estimulación del lenguaje debemos usar también las palabras concretas para designar objetos, animales y personas, aún cuando el pequeño no esté preparado para pronunciar todos los sonidos. Poco a poco irá incorporándolos hasta conseguir emitir la palabra real. Pasará lo mismo con los adjetivos o las frases.
Todo esto lo podremos complementar con nuestra voz para que la estimulación del lenguaje sea óptima. La manera de proyectarla dará origen a reacciones diversas, no es lo mismo utilizar una voz suave que una voz seca para denotar prohibición o enojo, así como el ritmo y la musicalidad de nuestros discursos.
El juego resulta también importantísimo, ayuda a proporcionar estructuras del lenguaje y hábitos correctos de comunicación. El ambiente por supuesto debería ser agradable y cómodo, como cualquier aprendizaje requiere de un escenario seguro para que la base sea lo más sólida posible.
Si siguiendo pautas como estas detectamos alguna alteración en el lenguaje entre los 4 o 5 años deberíamos contactar con un logopeda especialista quién valorará las dificultades y podrá plantear una estimulación del lenguaje.
-A sí Dani ¿Y cómo termina el cuento cariño?
-E lobo comilón se quemóoo, je je je”