La estimulación temprana es posible aplicarla desde que el niño nace hasta los seis años de edad, momento en el cual el cerebro empieza a perder la plasticidad que lo caracteriza en esta primera etapa. El objetivo es el mejor desarrollo de las capacidades cognitivas y emocionales del niño.
Cada estímulo, cada nueva experiencia, sonido o percepción supone que en sus pequeños cerebros se crean miles o millones de nuevas conexiones neuronales, podría decirse que van despertando a la vida. Por tanto cualquier pequeño estímulo sirve para potenciar esta evolución cerebral. La voz de mamá, un paseo en carrito, la luz del sol, el ladrido de un perro, la voz de una persona que nos para por la calle, el ruido de los coches. En todo momento el bebé está siendo estimulado, porque todo lo que le rodea es nuevo y su cerebro lo va procesando y creando estas nuevas conexiones neuronales. Esto quiere decir que aun no prestando excesiva atención a este tema, estamos estimulando de modo natural a nuestros hijos.
No obstante hay métodos concretos de estímulo para los más pequeños, trabajo continuado para padres o cuidadores. La pregunta es si resulta un método efectivo, un método donde pueden verse resultados. No hay datos científicos que lo avalen. Aunque sí hay estudios con animales que indican un desarrollo neuronal superior. Pero los animales no tienen el desarrollo intelectual que se da de modo natural en el ser humano.
¿Podemos estimular a cualquier niño? Como digo, aún sin pretenderlo, sometemos a los niños a estimulación continua, pero realmente los niños para quienes está indicado especialmente son aquellos que constituyen una población de riesgo:
Niños con déficits físicos o neurológicos presentes en el momento del nacimiento, o en el transcurso de los primeros meses de vida.
Niños procedentes de ambientes socioculturales deficientes.
Por supuesto cualquier niño puede recibir estimulación o atención temprana, de hecho cada vez más familias consideran que esto es necesario para un completo desarrollo intelectual y/o emocional de sus hijos.
Las áreas que se trabajan principalmente son las siguientes:
Área del lenguaje: formación de conceptos, interpretación de símbolos (pictogramas) para su posterior comprensión y expresión verbal.
Área sensorial: estimulación tactil, visual y auditiva a través del juego, dejar que los niños experimenten con el entorno o con situaciones controladas, coordinación oculo motriz, coordinación motora.
Área motora: en caso de niños con deficiencias físicas se potencia el trabajo en el área afectada, fisioterapia. En caso de que no haya afectación, se trabaja la psicomotricidad en general favoreciendo el movimiento grueso y fino, se enseña a diferenciar las diferentes partes del cuerpo para poder controlarlas mejor.
Área afectiva, social, emocional: se trabaja la comunicación del individuo con el entorno, la atención del niño sobre el medio, su medio, respuestas afectivas, recompensa asociada, se enseña a reconocer las expresiones faciales, expresión de sentimientos (tristeza, enfado, alegría,...).
Como podéis ver son trabajos sencillos. No se trata de repetir tareas hasta alcanzar la perfección, no es algo mecánico. Se trata de que el niño se divierta mediante tareas guiadas, bien puede ser por los padres o por personas más expertas. Es importante respetar el ritmo de cada niño, animándole y nunca enfadándonos o pretender que de más de lo que pueda.
Ni que decir tiene que estos programas específicos son estupendos para niños con déficits ya sean leves o graves.
Todo esto se está haciendo extensivo al niño en general, sin tener en cuenta su historia médica, psicológica o evolutiva. Desde luego mal no le va a hacer a ningún niño que nos sentemos con ellos a realizar ciertas tareas a través del juego, insisto, sin pretender que esto sea un exámen cada día. Pero ¿es necesario?, ¿nuestros niños necesitan una estimulación continua para que sean más listos, más perceptivos, más inteligentes, más emocionales?.
Mi opinión es que si los padres, la familia, los cuidadores pasamos tiempo con nuestros hijos, nos interesamos en sus juegos, en su evolución natural, estamos reforzando su desarrollo. No debemos pretender que nuestros pequeños sean los mejores, debemos favorecer su ritmo, su desarrollo emocional, desde mi punto de vista, como uno de los pilares básicos para su correcta evolución.
Cuando nos sentamos con nuestro bebé en el suelo, le hablamos, estamos favoreciendo y reforzando su desarrollo del lenguaje, su intención comunicativa. Al mismo tiempo si le tocamos, le acariciamos, le besamos, estamos potenciando su desarrollo afectivo. Si jugamos con juguetes de diferentes texturas, colores y formas estamos activando la parte sensorial.... Si esto lo hacemos regularmente, y vamos avanzando según vaya creciendo, estamos estimulando al niño de un modo maravilloso.
Muchos padres creen que en los centros de estimulación les van a enseñar el secreto, trucos para hacer más inteligentes o potenciar las habilidades del niño. Yo creo que no, simplemente les enseñarán cosas que seguramente ya sabían, pero puestas en un orden, asociándolo con un área en concreto.
Mi consejo, jugad con vuestros hijos, fomentar su creatividad, cantadles, habladles, dejad que experimenten en casa, en la calle, en el parque. No es necesario potenciar las habilidades intelectuales, no debemos pretender que sean pequeños Einsteins, eso no les garantiza la felicidad. Pero un ambiente familiar rico en afecto y atención sí que logrará niños estimulados y felices.
Y como esto es un blog personal, por supuesto os cuento mi experiencia personal. Mi hijo ha sido criado en casa, como bien sabéis. Muchos son los que sugirieron que le llevase a una guardería o escuela infantil, con la excusa de que en casa conmigo se iba a aburrir, que yo no lograría estimularle suficiente. Al inicio de su vida escolar lo primero que la profesora del niño me dijo es que se notaba que había sido un niño muy estimulado. Seguimos trabajando en casa, ahora al ritmo del cole para trabajar de la mano, si hay alguna tarea nueva que el grupo hace, su profesora me la comenta a mi porque sabe que yo la pondré en práctica en casa. Ha sido en casa donde mi hijo ha aprendido a diferenciar cosas por el tacto, donde ha aprendido los colores, donde ha aprendido a hacer sus primeros trazos en papel, donde se ha iniciado en el inglés, donde se le ha reforzado el área psicomotriz, donde ha aprendido a diferenciar animales por el sonido que emiten,...., y así podríamos hacer una larga lista.
Los padres en casa podemos ir enseñando poco a poco a nuestros hijos lo que sabemos, adaptándolo a su edad, a sus ganas, a sus gustos. Disfrutaréis un montón pasando tiempo con vuestros hijos y ellos aprenderán todo de un modo natural. Están preparados para aprender, solo hace falta querer enseñarles.
Comprendo que no todo el mundo tiene tiempo, o no todo el mundo puede, por desgracia. Estamos en una sociedad que se come nuestro tiempo y nos debemos adaptar. Sin duda los centros de atención o estimulación temprana están preparados para enriquecer a nuestros hijos, para ayudar a aquellos niños que lo necesiten, para orientar a padres perdidos o para solucionar las dudas que surjan. En la mayoría de los casos están formados por equipos multidisciplinares que desde luego están preparados para enseñar muchas cosas.
Esta es mi visión sobre el tema, espero que os haya servido.