La autoestima es la forma en que percibimos nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes, como valoramos nuestra forma de ser y nuestro cuerpo. Es, en definitiva, como nos vemos a nosotros mismos.
Y ante esto hay dos tendencias generales, quererse o no. Las personas con una percepción positiva de si mismas son más seguras y confían en sus posibilidades, esto les asegura más posibilidades de éxito en aquello que emprenden, son personas optimistas y felices.
En sus relaciones con los demás actúan con respeto y de forma benevolente, establecen relaciones enriquecedoras, son sensible a las necesidades y sentimientos del resto y no se dejan manipular.
La baja autoestima provoca agresividad y conflictividad
Pero la persona que no está a gusto consigo misma no lo va a tener nada fácil. No confía en sus capacidades, tampoco le gusta su forma de ser o su apariencia. Esto provoca que actúe bien de forma agresiva y conflictiva, tratando de ocultar así esa falta de confianza, o bien que se conviertan en personas retraídas, invisibles, que solo aspiran a pasar desapercibidas por la vida. Son personas negativas, dependientes, que se sienten fracasadas, inferiores y por tanto con pocas posibilidades de llevar una vida feliz.
Resulta evidente que a lo que se debe aspirar en la educación de los hijos es a formar personas con buena imagen de si mismos. Para ello se debe empezar a trabajar desde el momento en que nacen. Los bebés son muy susceptibles a las reacciones de sus padres, ellos no son capaces de formarse una imagen de si mismos todavía, todo lo que saben sobre su propio ser es lo que perciben a través de sus padres. Si el afecto, las muestras de cariño y las palabras suaves rodean su vida el bebé irá creciendo en un clima de seguridad y confianza que le ayudará a verse de forma positiva, ya que es así como lo ven sus padres. Si en cambio la percepción que tiene es negativa, porque le gritan o no le atienden lo suficiente, acabará pensando que esto es lo que merece, se sentirá inseguro e inferior.
Es esencial y muy importante estimular la autoestima de nuestros hijos
Así, la construcción de una imagen positiva de uno mismo comienza con los padres desde el momento de nacer, conforme crezca se deben mantener esta tendencia positiva. Ofrecer al niño responsabilidades le ayudará a sentirse válido, así como hacerle partícipe de las decisiones familiares, reforzar sus logros le incentiva a superarse, una conducta sociable y amable de los padres será imitada por el niño. Será necesario también huir de los gritos, las críticas y los reproches, hay que imponer límites claros que el niño debe conocer y si hay que criticar siempre debe ser el resultado de la conducta del niño, no al niño. Por ejemplo en lugar de decir ‘eres un desordenado’ habría que decir ‘que desorden de cuarto’.
La autoestima no se va a mantener igual a lo largo de toda la vida, cuando llegue a la adolescencia la influencia del grupo de amigos será muy importante, y puede que cambie la imagen que tiene de su propio cuerpo o de su forma de ser. Pero pese a todo, si las bases son buenas y fuertes y es un niño que se ha criado con una alta autoestima, esta siempre prevalecerá y ante la presión del grupo sabrá rectificar o imponer sus límites.