Cada vez que publicamos una foto en redes sociales, una pequeña parte de los datos originales se va perdiendo.
Esto se debe a la compresión establecida por algunas plataformas como Facebook, WhatsApp e Instagram. Ésta última por ejemplo nos disminuye cualquier imagen a tamaño 640 x 640 píxeles, independientemente de la cámara que utilicemos.
Para mostrar la pérdida gradual de calidad que se produce en las fotos cuando las subimos a estas redes sociales, el fotógrafo Pete Ashton decidió llevar a cabo un interesante experimento: Cargar 90 veces la misma imagen en Instagram
El resultado final es sorprendente y el retrato original se ha convertido tras 90 cargas en una escala de grises digital completamente irreconocible.
El experimento nos da una visión precisa de las contradicciones de la era digital: nos importa que nuestro smartphone tenga la cámara con las mejores prestaciones, pero luego al subirla a las redes sociales como Instagram desaparece la calidad original.
Vía PetaPixel
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