Revista Cocina

Esto es una total injusticia

Por Dolega @blogdedolega

First Meet with Sea

Ya, ya sé que esto está sumamente abandonado pero en estos momentos no tengo tiempo ni para respirar.

Creo que de aquí a unas dos semanas estará todo organizado y podré volver a hacer vida semi normal, porque normal, llevo años sin hacerla, para que mentir.

El caso es que quiero hablarles a ustedes de una terrible injusticia que se está cometiendo conmigo.

Me explico: QUIERO SER ABUELA

¿Simple la premisa, verdad? Pues no hay manera oye. Lanzo indirectas…

-¿Sabes que según estudios recientes, los niños que no conocieron a sus abuelos presentan un índice cuatro veces mayor de riesgo de crecer tristes y tener problemas en el futuro? Si a eso le sumas tus antecedentes adolescentes…¡Hijo, yo que tú me lo pensaba seriamente!

Porque yo cualquier día me muero y esa pobre criatura lo único que sabrá de mí será, que tiraron mis cenizas en una cascada allende los mares. Eso si tú, su padre, ha encontrado tiempo para ir y no me ha tirado por el jardín una primavera cualquiera.

Ni caso, no me hacen ni caso. Se dedican a darme disculpas peregrinas que no convencen a nadie. Que si necesitan casa, coche, muebles, viajar, sueldos “decentes”…

Yo lo que necesito es un enano dando vueltas por aquí, un bebé para hacer con él lo que me dé la gana y mentirles como una bellaca cuando me pregunten si le he dado las cosas como ellos me han dicho, que será como diga el pediatra de turno.

Y yo les diré que ¡por supuesto! Que el niño se ha tomado la papilla de frutas que me dejaron ellos, que por cierto no sabía a nada y no me extraña que la pobre criatura no se la tomara, porque ¡Hay que ver qué porquería de papilla de frutas, joder!

Con lo fácil que es hacerle al niño una papilla con su manzana y su pera y su platanito y sus galletas maría y su zumo de naranja y su cucharadita de miel y no esa cosa insípida que pretenden darle, solo porque lo dice el médico, bueno otro que tal baila, que tiene una cara de pánfilo que no dudo que haya estudiado mucho, pero experiencia ese tiene poca, no tengo nada más que verle como coge al bebé…

Yo me quedaré con él y ellos me dejarán una lista pormenorizada de lo que NO puedo hacerle al niño. Sacarlo de su rutina, darle comidas de toda la vida, malcriarlo, alterarle los horarios y un larguísimo etcétera que me explicarán como si tuviera dos años (la abuela en este caso) y yo asentiré con la cabeza de la manera más convincente.

En cuanto salgan por la puerta, haré de mi capa un sayo y de mi culo un papagayo y el bebé y yo haremos lo que nos dé la gana, como está mandado. Eso sí, luego lo negaré todo y si me pillan, diré que claro, la edad, se me olvidó, no caí…

Vamos, lo que viene siendo el clásico efecto boomerang. Ellos nos lo decían a nosotros cuando tenían 16 años y ahora nosotros con 60 se los decimos a ellos.

Te lo advierto, sé que me lees y si tardáis mucho más, esa criatura solo sabrá de su abuela por las historias que cuente la gente, que vaya usted a saber lo que contarán, que hay mucho impresentable suelto por ahí…

¡Dios Santo, cómo cambia la vida!

Hace unos años la escena hubiera sido:

-Consorte, tu hijo ha dejado preñada a la novia.

-¡¡Mira que se lo advertí!! Se lo dije por activa y por pasiva. Ahora mismo me va a oír. Se lo voy a dejar clarito: “Vas a matar a tu madre del disgusto, ¡Y todo por no enfundártela, carajo! (Todo esto pónganlo ustedes en acento caribeño, suavizado por media vida en España)

Hoy la escena es:

-Consorte, quiero ser abuela y no hay forma de que tu hijo y la novia decidan hacerlo.

-¿Y qué quieres que haga yo? Ya se lo he dicho por activa y por pasiva. El otro día se lo dejé bien clarito: “Vas a matar a tu madre del disgusto, ¡Y todo por no desenfundártela, carajo! (Vuelvan a repetir lo del acento)

Así que aquí estoy, todo el día haciendo proselitismo y explicándole las ventajas de ser padre antes de los 50, básicamente porque las probabilidades que hay de que, para ese entonces, yo esté para hacer de mi capa un sayo son realmente escasas, porque lo del papagayo ya lo doy por imposible.

 


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