Uno ya no está para escuchar gilipolleces. Ya es tanta la mierda que se huele a diario que uno es capaz de reconocerla incluso escondida en el sótano de una tienda de perfumes. Y es que a uno se le espesa la sangre y echa hacia un lado todos los filtros y todas las buenas formas.
No tienen bastante con plantear siquiera todos ellos el despido libre de la juventud trabajadora -y cobrando menos- sino que además hablan de alargar el tiempo de trabajo hasta la jubilación. Todo esto sin olvidar que ciertas personas se han dedicado a dejar que nuestros conciudadanos caigan en el oscuro pozo del desempleo sin apoyarlos basicamente en nada y dando vía libre a los EREs y miles de despidos improcedentes.
Tenemos que aguantar que el gobierno apoye a la banca con nuestro dinero, -y no dos duros precisamente- que se den los primeros pasos para el control privado de la universidad y que en todas partes se empiece a gestionar la sanidad pública por parte de empresas, dando lo que es de todos a unos pocos.
Aguantar ver a nuestros padres, amigos y hermanos sufrir ansiedad por el dinero -no por codicia como estas empresas de mierda, sino por necesidad- y como se desesperan por no poder llegar a fin de mes. Vemos como gente que conocemos se queda en la calle, vecinos y amigos, tienen que irse a vivir con familiares cercanos en el mejor de los casos y como pierden su modo y calidad de vida.
Todo esto por cuatro cabrones que siguen cebandose a costa de un sistema podrido y criminal. Generando fortunas a base de miles de cadaveres de niños.
Y ya la repera, una campaña llamada “Esto lo arreglamos entre todos” que está orquestada por un montón de grandes empresas que tienen una responsabilidad de primer orden en el caos que se ha creado, bancos, empresas de telefonía entre otras, acompañados de un montón de “intelectuales progresistas” que ya han dejado claro de que lado están, al igual que este gobierno, al igual que la oposición y los sucedaneos de mamones que les rodean.
Y lo dicho, se me espesa la sangre hasta tal punto que casi se vuelve solida. ¿Cómo tienen tantísima cara estos grandísimos hijos de puta? ¿Os creéis que somos gilipollas o qué? No tienen bastante con jodernos a destajo, sino que encima ahora se mofan de nosotros en nuestra puta cara.
Ahora debería venir el gran final de este texto, donde expusiese soluciones contra esta situación. Pero vosotros ya sabéis que es lo que tenéis que hacer, no nos hace falta ningún gurü para adivinarlo.
Como dice un amigo: “Que gobiernen las putas, que sus hijos no saben”.