
Jafar Panahí está molesto, cansado del encierro. La cámara lo enfoca entretanto desayuna, se prepara un té, recibe al delivery de comida y alimenta a su iguana. También conversa telefónicamente con su abogada, se asesora y se informa. La situación lo inquieta y no es para menos. El iraní quiere hacer cine pero no puede. No lo dejan.Mientras aguarda el veredicto final en su casa, nos cuenta acerca de algunas de sus películas anteriores, de puestas en escena, secretos y fragmentos que hasta reproduce en unos DVDs. La sentencia consta de 6 años de prisión y 20 de prohibición para dirigir. Panahíno mató ni robó a nadie pero cometió un “delito”. Al menos eso dictaminan desde la justicia. Jafar pensó distinto, apoyó a un grupo político opositor al de turno; entonces lo encasillan en conceptualización de “actividades contra la seguridad nacional”.

LO MEJOR:la propuesta, distinta, natural, sincera. La utilización de un audiovisual como modo de denuncia y forma de expresión. Los conocimientos del director.LO PEOR: la curiosidad que despierta por momentos no se equipara con la revelación de detalles que espera el espectador.
PUNTAJE:7