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Esto no es una "Entrada" de Ciencia

Publicado el 24 enero 2014 por Scarioshr Óscar Huertas @ScariosHR

Hoy me gustaría presentarles la adaptación de mi charla "Esto no es una charla de Ciencia" a una entrada de blog. Se trata de la charla que di en el evento "Desgranando Ciencia" de los pasados 14 y 15 de Diciembre. No la di porque yo sea muy bueno y me invitaran a darla, sino porque he sido uno de los organizadores y por tanto no me podían decir que no (en realidad no quería dar ninguna, pero mis compañeros, conscientes de lo mucho que me gusta la labor divulgativa, me convencieron para hacerla).

Estas charlas fueron grabadas en vídeo pero, desgraciadamente, las correspondientes al domingo 15 se grabaron sin audio (un desgraciado accidente que ya no nos pasará otra vez).

Obviamente aquí os puedo contar muchas mas cosas de las que conté allí porque podéis dejar de leer en cualquier momento y retomarlo luego, o cerrar cuando os plazca si os aburre, en fin, lo que os de la gana.

Al empezar toda charla, conferencia, ponencia o diatriba por el estilo se suele hacer una presentación del ponente. Jorge Frías me presentó muy amablemente pero yo decidí volver a presentarme de nuevo... me parecía importante matizar algunas cosas.

Efectivamente, esto no es una charla de ciencia, aunque inevitablemente voy a tocar algún tema científico porque hoy en día es inevitable. Como bien dijo Carl Sagan "Vivimos en una sociedad altamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el fracaso". Así es y tenemos ejemplos muy cercanos. Por eso hoy se hará inevitable hablar de ciencia, divulgación, medicina, etc. Pero antes de todo eso, quiero presentarme.

Mi nombre es Óscar Huertas, y nací en un pueblo pequeño de la comarca de Guadix (a norte de Granada). De muy pequeño estudié en un colegio público de corte religioso llevado de forma magistral por las Teresianas. A pesar de ser un colegio de corte religioso, nunca vi un crucifijo en las paredes, jamás nos obligaron a rezar ni a ir a misa (salvo que quisieras). Pero si nos inculcaron unos buenos valores de amistad, comportamiento, integración. Los libros pasaban de unos niños a otros de modo que solo había que comprar libros un año de cada 4 o 5 (con suerte, solo una vez en los 6 años de la primaria).

Un poco después seguí en un colegio público unitario (para quien no sepa lo que es eso, se trata de colegios donde un mismo maestro se hace cargo de los niños de todas las edades en un mismo aula). Efectivamente, estábamos niños desde preescolar hasta 6 de primaria en el mismo aula. Nuestra maestra se las apañaba para darnos tareas a todos y para aprovechar el curso sin pelearnos demasiado.

Hice la ESO y el Bachiller en sendos institutos públicos, ambos con muchas deficiencias y sin apenas instalaciones (solo por mencionar algo, en 2º de la ESO hicimos varios días de huelga por el frío que hacía en las aulas. Aulas que teníamos que calentar con estufas de combustión de butano).

Gracias a las becas y al sistema público de enseñanza llegué a la universidad de Granada para comenzar mis estudios de Biología y más tarde Bioquímica. Año tras año, beca tras beca (y trabajando en bares o en lo que se presentaba) me pude mantener en la universidad. Mis padres me daban todo lo que podían... pero el trabajo a veces llegaba y otras veces no.

El esfuerzo ha sido mi consigna y la continuidad mi norma para llegar a acabar la carrera. Mis padres me inculcaron esa máxima. Tras un periodo de 6 meses de prácticas en empresa (financiadas por la Junta de Andalucía) solicité una beca FPI (Formación de Personal Investigador) y gracias a esa beca he podido realizar un máster en Biotecnología Agroforestal en la Universidad Politécnica de Madrid y ahora desarrollo mi tesis doctoral en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en la Estación Experimental del Zaidín (Granada). En mi trabajo diario trabajo básicamente con Genética molecular y Microbiología. Se trata de un centro público, financiado con proyectos Europeos y del estado públicos y por tanto, pagado por todos ustedes... Gracias, por cierto.

Y ahora si, comienzo la historia que quería contarles.

Se trata de una historia que puede ser real o ficticia, eso se lo dejo a su parecer. Pero una historia que al fin y al cabo puede llegar a ser tremendamente realista. Esta historia se desarrolla en un marco incomparable (Granada, como no). Siempre he pensado que para contar una historia, la mente del que la cuenta debe situarse en un sitio cómodo para él. De modo que no se me ocurre mejor sitio que este.

Nos situamos a principios del año 1967. En el seno de una familia humilde nace la tercera de tres hijas. La llamaron Josefa, como a su madre. Por desgracia para esa familia, lo niños, hasta el momento dos, nacían muertos... nunca sabremos el porqué.

Esta niña, flaca y escuálida, ha nacido en el seno de una familia trabajadora que luchará para que nada le falte a la pequeña Pepi a partir de ese momento. A base de mucho trabajo en el campo, emigraciones a la vendimia y mucho esfuerzo personal, la familia va saliendo adelante.

¿Les suena esta situación a algo? ¿Conocen a alguien hoy en día que haya tenido que emigrar, a quien le falte el trabajo o lo esté pasando mal? Si es así, esta es una historia totalmente actual.

Para situarnos en la época, a España llegan los primeros bikinis y el alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza, hace lo imposible para que el turismo de categoría llegue a sus playas... normal.

En el mundo, muere el Ché Guevara, la comunidad europea instaura el ahora tan normal IVA y tiene lugar la guerra de los 6 días entre Israel y sus vecinos: Jordania, Siria y Egipto (como si el problema ya se hubiera solucionado).

El tiempo pasa y la pequeña Pepi cumple 5 años. Con esa edad, las niñas solían ir al colegio y la pequeña Pepi tenía muchas ganas (tan solo un año antes se intentaba colar sin mucho éxito en las clases, pero no le dejaban).

El colegio se encontraba a pocos metros de la casa de la familia, cruzando una carretera comarcal muy transitada por vehículos que pasaban a más velocidad de la que debieran en una época en la que los controles de velocidad ni se hacían. Un mal día, la pequeña Pepi se soltó de la mano de su abuela y cruzó la carretera sola. Fue atropellada por un vehículo que se dio a la fuga.

La niña sufrió un traumatismo craneoencefálico severo que la deja inconsciente. Es trasladada de urgencia al viejo hospital de Ruíz de Alda de Granada. Se trata de un hospital ajado y ruinoso que sería rehabilitado tan solo 5 años después, pero con todos los servicios de los que se disponían en la época.

A pesar de todo, nadie se atreve a tocar a la niña. Es un caso perdido. Pero un valiente y por entonces muy joven Dr. José, se atreve a operar a la pequeña de 5 años que permanecía con pronóstico grave. Ante las únicas dos opciones, operar o dejarla morir, José cogió la difícil y la operó.

El Dr. José, formado en la facultad de medicina de la Universidad de Granada, había seguido varios cursos de cirugía a cráneo abierto en la reputada universidad de Maryland y acababa de incorporarse al servicio de cirugía. La operación fue todo un éxito y la niña salvó la vida tras una larga operación en la que le implantarían unas placas metálicas para unir los huesos de su cráneo. Sin duda todo un logro.

Pero ¿se imaginan lo que habría sucedido si ese Dr. José no llega a estudiar medicina porque la nota no le diese para entrar en la carrera? ¿Que habría pasado si ese médico no se hubiese podido especializar fuera o peor aún... si no llega a poder volver porque su sistema sanitario está tan maltratado que no hay hueco para él? ¿Y si ese hospital no tuviese las herramientas necesarias para realizar una operación a cráneo abierto? Imaginen, tan solo imaginen el resultado de esta historia. Aquí acabaría el texto... o quizá jamas se habría escrito.

La muchacha de 8 años, sin secuelas aparentes, sigue su vida, sus estudios y sus aficiones. En este capítulo de su vida es vacunada de Polio. Se trata de una verdadera afortunada.

No se si lo saben, pero existen o han existido dos tipos de vacunas contra la polio. Una es la vacuna SALK, que es una vacuna inyectada en el músculo y cuya composición son virus inactivados. Fue desarrollada en 1955 y contempla 3 poliovirus diferentes o tres aislados distintos. El virus tipo 1 o Mahóney, el de tipo 2 o MEF-1 y el de tipo 3 o Saukett. La inmunidad que ofrecía este tipo de vacunas es bastante limitada y de echo prácticamente no protegía de otros poliovirus salvajes que pudieran aparecer. De modo que el Dr. Sabín, en 1962, saca una segunda vacuna frente a la polio a base de virus atenuados. Se trata de una vacuna oral en la que se administran virus atenuados y mutados cultivados a bajas temperaturas y en tejidos animales no específicos, de modo que los virus acumulaban una serie de mutaciones que hacían que el virus no se desarrollase en la persona a la que se administraba.

Esta vacuna tenía además la característica de producir lo que se denomina un efecto de vacunación de manada, porque con las heces se liberaban virus atenuados que podían "infectar" a otras personas e inmunizarlas también (las contaminaciones fecales son más comunes de lo que ustedes pueden llegar a pensar).

El caso es que en diferentes países se fue aplicando una u otra vacuna y aquí en España hubo una primera vacunación masiva en 1963, pero se hizo con la vacuna SALK. Tan solo un año después, el Dr. Sabín visita nuestro país y horrorizado intenta que el gobierno de la época cambie de estrategia y comience a aplicar la vacuna de atenuados de forma masiva. Tengamos en cuenta que en 1988 aún morían en el mundo más de 350.000 personas al año por poliovirus.

No es hasta 1975 cuando, en plena transición y bajo el poder del consejo de regencia, se lleva a cabo la 2ª fase de vacunación masiva. No se perfeccionaría hasta mediados de los 80, pero al menos llegaba a todas las zonas de paso de vehículos y principales vías de transporte, estrategia que le vino bien a la canija de nuestra historia porque precisamente por la carretera en la que le atropellaron años antes, vino su vacuna. Ella padeció algunos síntomas, pero no pasó la enfermedad y se recuperó sin mayores consecuencias.

Imaginen ahora que no se hubiera puesto en práctica esa vacunación masiva o que ningún Dr. Sabin se le ocurriese mejorar la fórmula de la vacuna. Imaginen que en lugar de en esa zona, la niña llega a vivir en un pueblo al que no llegan las carreteras y las vías de comunicación son deficientes. O imaginen por un momento algo peor... que sus padres se hubieran negado a vacunas a sus hijas. Imaginen, tan solo imaginen el resultado de esta historia. Aquí acabaría el texto... o quizá jamas se habría escrito.

Pasan los años y la niña (ya no tan niña) brillante en sus estudios, prosigue su vida. Como casi cualquier niña quinceañera se echa novio, y pasa el tiempo, y como les pasaba a la mayoría de las quinceañeras con novios mayores que ellas, el novio se fue a la mili. Poco tiempo después de volver, la joven Pepi queda embarazada de su primer hijo. Al principio, un duro golpe que asimilar porque aún no había acabado sus estudios de Administrativo, pero deciden tenerlo y criarlo. Durante más de dos años tienen vivir en casa de los padres de ella mientras que acabase los estudios y pudiesen juntar un poco de dinero. Son unos años felices.

Con 25 años llega su segundo hijo y con mas o menos dificultades económicas van viviendo y criando a los dos pequeños.

Una comarca deprimida, pocas expectativas de trabajo, pero valientes, montan una tienda en un pequeño pueblo donde se establecen. 8 años después, ahogados por las facturas, impuestos y por las varias grandes superficies a pocos Km, deben cerrar la tienda y ella se dedica a cocinar en un bar. Un contrato a media jornada que sin embargo supone una gran ayuda para mantener a su familia.

A los 37 años, Pepi recibe un duro golpe. Una de las peores noticias que se puede dar a una mujer... tiene cáncer. Su hermana lo había superado 5 años antes y pasado por todo el proceso de quimio, radio, mamectomía y lenta recuperación. No todo estaba perdido. Se podía afrontar y se podía superar.

Valiente, decidida, sin miedos ni complejos. Nunca quiso peluca, se veía guapa con los pañuelos.

Aquí con su esposo, Paco, dispuestos a dale la vuelta a la tortilla, a esperar las horas en las salas de espera y a superar lo insuperable.

El tiempo pasa, los tratamientos funcionan y a pesar de haber perdido un pecho, pasar por una operación de hernia discal y muchas horas de hospital, la sonrisa es su sello más característico. Abajo, en su finca de producción agrícola de melocotón. No pocas bromas se hacían con esos frutos y los pechos perdidos.

Desgraciadamente no todas las historias acaban bien, al menos en la vida real. Tras casi 8 años de lucha contra el cáncer y tras varias operaciones y mucha medicación... le encontraron metástasis en varios órganos. Los huesos eran los más afectados llegando a provocar dolores continuos que difícilmente se podían controlar. Entre tratamientos y pastillas, masajes y sillones pasaba el día desesperada por el dolor de la enfermedad y los tratamientos.

Varias sesiones de Fisioterapia le ayudaron con el dolor, pero parecía que todo era insuficiente.

En un momento determinado, su cadera se rompió y tuvo que ser intervenida de urgencias para colocar una prótesis. En la imagen pueden ver su última foto, acompañada de sus hermanas como siempre.

En su camino y tras casi 10 años de lucha dejó su ejemplo de entereza, fortaleza y dignidad. Acompañó y animo a todas las personas que se cruzaron en su camino y fue un ejemplo a seguir por todos. Sus compañeras de quimioterapia la recuerdan como una de las mas dignas luchadoras.

No debemos olvidar que no todas las historias acaban con un final feliz, pero todo fin de una historia es el comienzo de otras muchas. Debemos poner en valor a la ciencia y la tecnología y sus avances, debemos dar la importancia que tiene a cada cosa. La ciencia debe ser reclamada por toda la sociedad y exigida por la población porque quizá para algunos nacimos demasiado pronto pero para otros aún hay tiempo.

No podemos defender lo que no amamos y no podemos amar lo que no conocemos y por tanto debemos conocer nuestro entorno, nuestra ciencia y nuestra tecnología para poder amarla y defenderla. Creo que ese es el objetivo principal de iniciativas como Desgranando Ciencia.

Saber y conocer nos permite ser libres, libres para elegir, libres para opinar y libres para decidir. Saber y conocer nos hace fuertes e impide que caigamos en las trampas.

Os dejo un vídeo de la Mimi Foundation que seguro que os hace reír y llorar. Luchemos cada día para conseguir ese segundo en el que...


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