Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:
- Me estoy fabricando un precioso anillo, he conseguido uno de los mejores diamantes posibles, quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre; tiene que ser un mensaje pequeño de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.
- El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey, pero no lo leas -le dijo- manténlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y el rey perdió el reino; estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numeroso, llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino, ya podía escuchar el trotar de los caballos, no podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino... De repente, se acordó del anillo, lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía "ESTO TAMBIEN PASARA".
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:
- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
- ¿Qué quieres decir? -preguntó el rey Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
- Escucha -dijo el anciano- este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
Entonces el anciano le dijo:
- Recuerda que todo pasa, ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes, como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza; acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.
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