Nosotros nos arrepentimos un poco de haber ido hasta Saaremaa por la pérdida de tiempo y dinero que eso supuso. Para llegar a la isla más grande Estonia hay que hacerlo en un ferry que parte desde Virtsu hasta la pequeña isla de Muhu y desde ahí por carretera hasta Saaremaa. El precio del ferry es de 8,40 € /coche, más 3 €/persona y otro tanto a la vuelta, en nuestro caso, para dos personas, 28.80 euros.Pero si disponéis de 5 días para visitar Estonia, una posibilidad es pasar un par de días en la capital, Tallin, dos visitando Saaremaa y Muhu y otro más en el Parque Nacional de Lahemaa, a escasa media hora de la capital.
Por lo que habíamos leído, hay mucha gente que se salta la pequeña Muhu. Nosotros, como era hora de comer aprovechamos para hacerlo allí. Justo en un punto, en la carretera principal, en donde se encuentran varios restaurantes, un supermercado, una gasolinera y la oficina de turismo.
Precisamente en la oficina de turismo es en donde nos hablaron de un pequeño museo etnográfico al aire libre, el Muhu Museum. Se trata de un poblado de pescadores donde se pueden visitar varias edificaciones tradicionales y aprender sobre el modo de vida de los isleños, el pueblo se llama Koguva y ya se hacía mención a su existencia en escritos de 1532.
La entrada cuesta 4 euros, pero si la compras en la oficina de turismo te ahorras la mitad. También se puede visitar la finca de un famoso autor estonio, Juhan Smuul. En Muhu también hay un molino, varias iglesias, una fábrica de avestruces, un hotel de lujo con un gran parque, Pädaste Manor (en el que se encuentra el mejor restaurante de Estonia) y el campo de batalla donde 2500 guerreros estonios paganos murieron a mano de los cristianos en 1227.
Tras la visita a Muhu, llegamos a Kuressaare, en donde pasaríamos dos noches y que es la capital de la isla de Saaremaa. Su principal atractivo es el castillo, una de las ciudadelas medievales mejor conservadas del Báltico.
En la plaza principal se encuentra el ayuntamiento y varios locales de restauración y en sus inmediacioes el Thule Koda, un espacio alternativo que reconocerás por la mano que sale de sus fachadas. Muy cerca de allí, un antiguo molino ofrece comidas y cenas.
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En Estonia también hay "arte"😅 #deambulandoconartabria #deambulandoporelbálticoUna publicación compartida de Deambulando con Artabria (@deambulando_con_artabria) el 23 Jul, 2019 a las 10:47 PDT
La entrada al castillo cuesta 8 euros, pero si quieres ver una gran armería, tendrás que pagar un plus que nadie nos comentó, por lo que al llegar a la puerta, un guardia de seguridad nos echó fuera muy amablemente.
Las salas de exposición son de lo más variadas: antiguo mobiliario, una especie de Museo de Historia Natural, varias salas dedicadas a la ocupación soviética ( con la recreación de viviendas y negocios varios) y hasta vestuario típico.
Dispone de una cafetería en la última planta y es posible pasear por un pequeño tramo de las cubiertas.
Después de visitar el castillo de Kuresaare empezamos las visitas que teníamos planeadas para ese día fuera ya de la ciudad. La primera, el cráter de Kaali. Un gran meteorito cayó en esta zona hace 4.000 años dando lugar a pequeños cráteres, pero el más grande es el de Kaali. La entrada es gratuita y al lado hay un hotel y un restaurante.El cráter de Kaali dió lugar a un pequeño lago de 100 m de ancho y 28 m de profundidad.
Desde allí nos fuimos al complejo formado por los molinos de Angla. Varios molinos de madera nos dan la bienvenida, aunque si no queréis pagar la entrada de 4 euros, sabed que se pueden ver perfectamente desde la carretera. La única razón para pagar es si quieres entrar en alguno de ellos, aunque no es posible hacerlo en todos. Allí mismo hay un pequeño restaurante en el que comimos. En la parte de arriba del restaurante hay un pequeño museo con algunos objetos antiguos, como esta preciosa máquina de escribir o el llamativo reloj que veis arriba.
Aunque intuíamos que los acantilados de Panga, con sus 21.5 m de altura, no nos iban a impresionar demasiado, decidimos acercarnos y, efectivamente, creemos que ni siquiera puedan definirse con la palabra "acantilado". Allí también podéis comer algún perrito caliente o hamburguesa.La siguiente parada también sabíamos que no nos iba a gustar demasiado, pero a mí se me metió en la cabeza visitar los dos molinos de Ninase, se encuentran al borde de una carretera, representan a un hombre y una mujer con los trajes tradicionales de la zona y no están en funcionamiento, pero son muy frikis. En Ninase hay otros acantilados, pero todavía más bajos que los de Panga, éstos alcanzan los 6 m de altura.
Como el día no había sido muy provechoso en cuanto a lugares bonitos, desistimos de otras visitas que teníamos previstas en la zona sur de la isla y pasamos lo que restaba de día paseando tranquilamente por Kuressaare,Si vosotros queréis aprovechar algo más la visita a Saaremma, podéis acercaros hasta los restos de baterías de la II Guerra Mundial que hay cerca de Salme, el faro de Sääre, el campo de batalla de la II Guerra Mundial de Tehumandi o la península de Harilaiu. En otra isla pequeña cerca de Kihelkonna se encuentra el Parque Nacional de Vilsandi. El centro de visitantes se encuentra en Loona Manor, allí deberéis preguntar cómo llegar a este pequeño islote.