Ha llegado la alergia como un torrente, un torrente de mocos y lágrimas que invaden mi cara y me hacen ir a lavarmela cada 2 min, a veces cada menos. Esto ocurre en las mejores situaciones: cuando le cambio el pañal al niño, cuando le estoy dando la merienda, cuando estoy intentando hacer varias cosas a la vez como vigilar al peque mientras ordeno los juguetes o la ropa y con la otra mano voy comiendo mi sandwich… Actividades cotidianas que cuando se ven interrumpidas por un aluvión de estornudos que hacen que pierda los 5 sentidos, dejan a mi hijo perplejo y, lo mejor, pueden acabar con la mano que sujetaba el pañal sucio (aún a medio cerrar) en la pared, o el contenido de la cuchara en vete tú a saber dónde (incluyendo -dios no lo quiera- el ojo del niño), o el sandwich en la caja de juguetes, los juguetes por el aire, y mi hijo haciendo alguna trastada ahora que mami no lo ve. En fin, que me encantan estos días de alergia. Son super especiales.
Autor Nuria
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