Revista Cultura y Ocio

Estos días son días para ir a Dublín

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Estos días son días para ir a Dublín  Estos días son días para ir a Dublín y perderse hasta dar con el 16 de junio. Una vez encontrado, la idea es seguir los pasos de Leopold Bloom y Stephen Dedalus. Seguirlos de cerca, como si fuéramos el mismísimo James Joyce en 1094. Sólo hay un lugar en el que no entraría; ese sitio, en mi Ulises, está en la página 79 y en él no debería haber nadie, excepto Bloom. Es, creo, demasiado privado como para pensar siquiera en tocar la puerta y distraerle: “Siguió leyendo sentado en calma sobre su propio olor que subía”, escribió Joyce de ese momento.

Por lo demás, el 16 de junio es para recorrerlo entero de la mano de esos dos; para observar la cara de Stephen cuando ve a un perro corriendo por la playa; “Señor, ¿me irá a atacar a mí?”; para ratificar verdades como soles: “La idea del que el otro paga es la mejor salsa del mundo”; para reírse con las ocurrencias de uno y de otro: “Coño, este es como la cabra de Lanty MacHale, que hacía un poco de camino con todo el que se encontraba”.

Quién estuviera con una cerveza en la mano entre amigos en el momento en que Joyce lanza: “Creen en el bastón, azotador todopoderoso, creador del infierno en la tierra, y en Jack Marino, su ilegítimo hijo, que fue concebido por obra del espíritu de espanto, y nació de la marina horrible, sufrió en pompa los palos, fue castigado, abierto y desollado, aulló como los demonios del infierno, y al tercer día se levantó de la litera, llegó al puerto y está sentado en sus posaderas hasta nueva orden, que vendrá a pringar ni vivo ni muerto”,

Estos días son días para ir a Dublín y descubrir Ulises. Uno siempre está descubriendo Ulises. Esa esa es la verdad.


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