Desarrollado en los laboratorios de sistemas de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, la idea de sus responsables era crear un sistema robótico gelatinoso capaz de moverse usando solenoides basados en agua y líquidos, en lugar de depender de motores mecánicos.
Los robots, como se puede apreciar en la imagen sobre estas líneas, pueden doblarse para arrastrarse como si fuera una oruga. Sus responsables crearán varias versiones que puedan ser equipadas con cámaras y sensores, además de baterías, para dar vida a un robot comestible.
Los desarrolladores del EPFL aseguran que los robots todavía no están listos, pero esperan que en el futuro puedan ser una alternativas a análisis médicos mucho más invasivos como las sondas con cámaras que introducen por la boca y otras partes de los pacientes. Además, aseguran que planean que los robots tengan un buen sabor.