Revista Opinión

Estoy cabreado, muy cabreado…

Publicado el 11 abril 2019 por Msnoferini

Hace ya unos años escribí un pequeño escrito -el cual adjunto- bajo el título “estoy cansado”. Pues bien el tiempo ha pasado, y ese partido que nos gobernó recortando buena parte de nuestros derechos más básicos y servicios públicos bajo el pretexto de “la crisis”, mientras pagaba las reformas de su sede con dinero negro y repartía suculentos sobresueldos en sobres provenientes de una caja B de oscura e ilícita procedencia, no está en el poder, pero aún así creo que hay motivos más que de sobras para que se entienda el porqué de la evolución de ese cansancio hacia un gran “cabreo”. Podría utilizar otras palabras más finas -enfadado, irritado, enojado, colérico-, pero ¡no!, pues la palabra que creo que mejor describe mi estado anímico es “cabreado”.

Estoy cabreado con la paupérrima clase política que nos ha tocado en suerte. Ya no es una cuestión de honradez y de un posible enriquecimiento metiendo mano en las arcas públicas o favoreciendo a ciertos poderosos amiguetes en contratos públicos. Es una simple cuestión de estar cabreado con quienes juegan con el odio o el miedo y demuestran su nulidad en eso que vino a llamarse responsabilidad de estado, a la vez que día tras día dejan patente un comportamiento impropio de un representante público para convertirse en simples matones de baja estopa y en unos mentirosos compulsivos.

Estoy cabreado, pero muy cabreado, con quienes utilizaron la crisis territorial para tapar la crisis social, así como con quienes utilizan la crisis social para tapar la crisis territorial, por no hablar la alarmante crisis de valores que han demostrado todos y cada uno de ellos.

Estoy especialmente cabreado con las políticas de recortes, así como con aquellos que parece importantes una mierda que sus políticas nos priven de trabajos dignos, de los ingresos necesarios para poder vivir, de techo, de pan, de medicinas y de los derechos más básicos.

Estoy cabreado de que tengamos que mantener con nuestro dinero a una institución anacrónica y caduca como es la monarquía, a la cual nadie ha elegido y al frente de la cual se halla una persona por el simple derecho de sangre o inseminación. Y que para más inri aún es más cabreante el ver como ese señor al que se le presupone ser el representante de todos los pueblos y ciudadanos del estado apoyó e intentó justificar la represión hacia una parte de ellos, en lugar de mediar y buscar la concordia.

Me cabrea que a esto que tenemos lo llamen “una gran democracia” cuando ni siquiera se respeta uno de los pilares básicos de la democracia, como es la separación de poderes.

Estoy cabreado con quienes utilizan los supuestos fantasmas de un relativamente reciente pasado, en lugar de recuperar la verdadera historia y memoria de nuestro pasado, permitiendo con ello honrar la memoria de los demócratas que dieron su vida en una guerra fratricida, y que en muchos casos siguen descansando en olvidadas cunetas, pues entiendo que sólo así podríamos restañar las heridas del pasado.

Me cabrea mucho el proletariado de ropas elegantes que le tocó en suerte un salario digno y con ello la falsa creencia de ser algo más que un obrero del sistema. Y me cabrea mucho más ver como maltratados proletarios siguen defendiendo y votando aquellas opciones políticas que apuestan por legislar en beneficio de los de arriba en detrimento suyo y de sus (nuestros) derechos y libertades.

Me cabrean toda esa panda de intelectuales progres con sus discursos aleccionadores que quieren aparentar cercanía a nuestros problemas pero acabada su jornada se trasladan a sus lujosas casas y casoplones, y que no saben y nunca sabrán lo que es pasar hambre.

Estoy cabreado con quienes se les llena la boca con el nombre de sus amados países y se envuelven en trapos multicolores, pero se olvidan o quieren tapar los problemas reales de la ciudadanía, pues no hay banderas lo suficientemente grandes como para tapar la miseria, la falta de derechos y libertades, ni el sufrimiento.

Estoy cabreado con la alarmante manipulación mediática. No es admisible que ya casi haya desaparecido la prensa libre y objetiva, y su lugar lo ocupen gacetilleros vendidos al poder.

Estoy cabreado con la falta de solidaridad. Y cabreado de ver como un escaso uno por ciento de la población tiene en sus manos tanta riqueza y patrimonio como el 99% restante, mientras en la mayor parte de este planeta cientos de millones de personas viven en una pobreza extrema.

Me cabrean aquellos que criminalizan a quienes abandonan sus países buscando una vida mejor y me cabrea especialmente aquellos que decidieron que la mejor solución al problema de la inmigración es abandonarlos a su suerte y dejarlos morir.

Estoy cabreado con quienes se enriquecen con el negocio de la guerra, exportando muerte y sufrimiento.

En definitiva, como veis, estoy cabreado, muy cabreado…

MSNoferini

Estoy cabreado, muy cabreado…


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