Escribo esta entrada sin saber cuándo decidiré publicarla. Ya han pasado algunos días desde que me hice el primer test en casa, también desde que me lo repitieron en el ambulatorio… y aún no me animo a hacerlo público. Me parece demasiado pronto para contarlo a la familia (todavía pueden pasar muchas cosas) y no me parece apropiado publicarlo en el blog sin haberlo hablado antes con mis personas más allegadas (una vez, en otro blog, tuve espías, y nadie me garantiza que no siga teniéndolos ahora, así que por si acaso soy prudente). Finalmente, he decidido ir escribiendo entradas que recojan las sensaciones y experiencias de estos días, con la intención de publicarlas poco a poco cuando decida, por fin, dar la noticia en el blog. No os preocupéis que no os habéis perdido nada por haberos enterado un poquito más tarde que nosotros.
Hoy solo quiero escribir sobre cómo me siento. Ya habrá tiempo de hablar sobre todas las anécdotas de estos días. En cuatro palabras: sorprendida, feliz, extraña y asustada.
Me siento sorprendida porque todo ha pasado muy rápido. En el fondo, ninguno de los dos esperábamos que sucediese tan pronto. Estábamos preparados para que fuese una búsqueda larga, sabíamos que podía llevarnos seis meses o más… y aunque sabíamos que también era posible conseguirlo a la primera (o a la segunda, en nuestro caso) en el fondo lo veíamos tan poco probable que no entraba en nuestros cálculos.
Estoy feliz porque me doy cuenta de que se ha hecho realidad un sueño que me ha acompañado desde hace muchos, muchos años. Me doy cuenta de que me acaricio la tripa constantemente y de que sonrío pensando en el tamaño que tiene ahora y cómo irá creciendo con los meses. La sensibilidad que tengo en los pechos me trae a la mente la imagen de bebés mamando y eso me hace suspirar. Sigo viendo bebés por todas partes, pero ahora no los miro con envidia, sino con la ilusión de pensar cómo será el mío.
Me siento extraña porque, aunque es pronto, ya noto muchos cambios en mi cuerpo. Es raro ser consciente todo el tiempo de que estoy embarazada, y más raro aún no comentarlo con las personas que me cruzo día a día. Estoy embarazada, pero aún no lo parezco, aunque sí que lo siento. Mi cuerpo está lleno de síntomas extraños que no esperaba: algunos los conocía, otros no sabía que existían. Empiezo a tener claro que mi cuerpo no me pertenece solo a mí.
Pero, por encima de todo, me siento asustada. Tengo miedo de que algo salga mal. Creía que era un tópico hablar de los miedos de las primerizas, pero es completamente cierto. Hay síntomas que me producen temor: ¿será normal?, ¿cómo sé que todo marcha bien? De momento he evitado leer sobre las pruebas de cribado del primer trimestre porque no quiero pasarlo mal, pero las cosas que sé que pueden salir mal me atemorizan. Evito cargar peso e intento cuidarme, y apunto mil dudas en un cuaderno para consultarlas con la matrona cuando vayamos a verla. Y mientras tanto, hago lo posible por relajarme y me esfuerzo en considerar cada día que pasa como una conquista: si bien el primer trimestre es el que entraña mayor riesgo, tengo entendido que cuanto más avanza la gestación más disminuye el peligro. Así que felicito cada mañana a mi pequeño embrión por seguir ahí un día más, creciendo y haciéndose fuerte.
Aún me resulta extraño decirlo, ¡estoy embarazada!
(Fecha real de esta entrada: 13 de febrero de 2014)
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