Anoche decidimos venir a Matalascañas antes de saber del incendio que amenazaba Doñana. Para quien no lo conozca, Matalascañas es una zona de playa próxima a Sevilla, donde muchos venimos a pasar el día o tienen segundas residencias.
Vinimos a casa de la familia de Alfonso a pasar algunos días. Y en la mañana del Domingo amaneció como nublado. Nos bajamos a la piscina. Los Domingos vienen muchas personas a pasar el día y montones de autobuses de pueblos cercanos aparcan abajo.
A medio día al subir vimos que quizás no estaba nublado, era humo. Pero no sabía que teníamos el fuego cerca.
Mi hijo nunca duerme y estaba dormido en la cama. Así que supe que algo le pasaba. Y efectivamente, estaba ardiendo. Fuimos al consultorio médico y allí empezamos a darnos cuenta de la magnitud del problema.
Estaba en frente un edificio municipal con efectivos de protección civil, gente llorando con el móvil y empezaron a colapsarse las carreteras. Nosotros lo veíamos todo desde allí porque el consultorio está a la salida.
Nos contaban que el fuego avanzaba rápido y no era seguro intentar salir de Matalascañas. Todos teníamos reciente la imagen de Portugal, y las decenas de víctimas en la carrete porque no se cerró a tiempo.
No queríamos coger el ascensor por si había cortes de luz y llegamos a casa. Allí Gabriel se puso a llorar porque tenía miedo. Llovía ceniza, olía a humo y la gente estaba nerviosa por la calle.
Gabriel lloraba porque le daba miedo si llegaba el fuego.
Cerraron las carreteras y nos quedamos aislados.
Mi hijo, como muchos en Andalucía, estudian Doñana. En especial al lince ibérico. Y le tiene especial cariño. El fuego ha llegado a la reserva de linces. Ha salido con las crías y algún adulto más. Hay linces de habrán muerto.
Desde la playa, cuando bajamos por la tarde, veíamos pasar las bandadas de flamencos huyendo del fuego.
Los hidroaviones recogiendo agua para extinguir el incendio. Tres. Mientras estábamos en la playa aprovechando que ya el viento había cambiado de dirección.
El supermercado de al lado de casa ha seguido abierto esta noche a disposición de vecinos y turistas.
Parece que fue intencionado. Nunca jamás había vivido tan de cerca la magnitud de un desastre ecológico. Una reserva natural única de Europa.
Ha sido la lección más dura para Gabriel de lo que significa en realidad un incendio forestal. Más allá de lo que sale en el telediario.
Y lo peor es la impunidad que hay con los desalmados capaces de hacer esto. A los que no le importa cuantas vidas humanas y animales puedan llevarse por delante.
Seguiremos aquí. Y en nuestro corazón para siempre Doñana.