Me lo digo poco pero a veces me hace falta. Estoy muy orgullosa de mi misma, la verdad. Me ha convertido en una mujer fuerte, resiliente, luchadora, discreta, cariñosa, educada. Me he caído mil veces y me he levantado todas de pie. He llorado muchísimo este año y creía que mis ojos no lo iban a soportar pero las pequeñas arrugas que ahora veo cuando me miro en el espejo son aprendizajes. Me miro y me veo, como soy, con todas las cosas que antes no sabía hacer y ahora ya hago, con todos los no debo pero tengo que intentarlo. He perdido gente pero no tengo muy claro si las relaciones que hay que estirar tanto merecen la pena. No me gusta forzar. Pero tampoco dejo de confiar, nunca. Estoy llena de contradicciones y de buenos propósitos, para mi y para el resto. Me tocó ser así, y ya no me niego. Me acepto, y me quiero mucho. Porque me lo merezco